martes, 13 de noviembre de 2012
1R 19, 1-5 Pero un ángel lo tocó y le dijo: «¡Levántate, come!»
I Reyes 19 - paginas
selectas
1 Ajab contó a Jezabel todo lo que había hecho Elías y
cómo había pasado a todos los profetas al filo de la espada. 2 Jezabel envió
entonces un mensajero a Elías para decirle: «Que los dioses me castiguen si
mañana, a la misma hora, yo no hago con tu vida lo que tú hiciste con la de
ellos». 3 El tuvo miedo, y partió en seguida para salvar su vida. Llegó a
Berseba de Judá y dejó allí a su sirviente. 4 Luego caminó un día entero por el
desierto, y al final se sentó bajo una retama. Entonces se deseó la muerte y
exclamó: «¡Basta ya, Señor! ¡Quítame la vida, porque yo no valgo más que mis
padres!». 5 Se acostó y se quedó dormido bajo la retama. Pero un ángel lo tocó
y le dijo: «¡Levántate, come!».
(C.I.C
328) La existencia de seres espirituales, no corporales, que la Sagrada
Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe. El testimonio de la
Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición. (C.I.C 332) Desde la creación (cf. Jb 38, 7,
donde los ángeles son llamados "hijos de Dios") y a lo largo de toda
la historia de la salvación, los encontramos, anunciando de lejos o de cerca,
esa salvación y sirviendo al designio divino de su realización: cierran el
paraíso terrenal (cf. Gn 3, 24), protegen a Lot (cf. Gn 19), salvan a Agar y a
su hijo (cf. Gn 21, 17), detienen la mano de Abraham (cf. Gn 22, 11), la ley es
comunicada por su ministerio (cf. Hch 7,53), conducen el pueblo de Dios (cf. Ex
23, 20-23), anuncian nacimientos (cf. Jc 13) y vocaciones (cf. Jc 6, 11-24; Is
6, 6), asisten a los profetas (cf. 1R 19, 5), por no citar más que algunos
ejemplos. Finalmente, el ángel Gabriel anuncia el nacimiento del Precursor y el
del mismo Jesús (cf. Lc 1, 11.26).
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