viernes, 16 de noviembre de 2012

1R 21, 1-6 Nabot, el izreelita, tenía una viña en Izreel



I Reyes 21 - paginas selectas

(1R 21, 1-6) Nabot, el izreelita, tenía una viña en Izreel

1 Después de esto, sucedió lo siguiente: Nabot, el izreelita, tenía una viña en Izreel, al lado del palacio de Ajab, rey de Samaría. 2 Ajab dijo a Nabot: «Dame tu viña para hacerme una huerta, ya que está justo al lado de mi casa. Yo te daré a cambio una viña mejor o, si prefieres, te pagaré su valor en dinero». 3 Pero Nabot respondió a Ajab: «¡El Señor me libre de cederte la herencia de mis padres!». 4 Ajab se fue a su casa malhumorado y muy irritado por lo que le había dicho Nabot, el izreelita: «No te daré la herencia de mis padres». Se tiró en su lecho, dio vuelta la cara y no quiso probar bocado. 5 Entonces fue a verlo su esposa Jezabel y le preguntó: «¿Por qué estás tan malhumorado y no comes nada?». 6 El le dijo: «Porque le hablé a Nabot, el izreelita, y le propuse: «Véndeme tu viña o, si quieres, te daré otra a cambio». Pero él respondió: «No te daré mi viña».
(C.I.C 2536) El décimo mandamiento prohíbe la avaricia y el deseo de una apropiación inmoderada de los bienes terrenos. Prohíbe el deseo desordenado nacido de la pasión inmoderada de las riquezas y de su poder. Prohíbe también el deseo de cometer una injusticia mediante la cual se dañaría al prójimo en sus bienes temporales: “Cuando la Ley nos dice: No codiciarás, nos dice, en otros términos, que apartemos nuestros deseos de todo lo que no nos pertenece. Porque la sed codiciosa del bien del prójimo es inmensa, infinita y jamás saciada, como está escrito: ‘El ojo del avaro no se satisface con su suerte’ (Qo 14, 9)” (Catecismo Romano, 3, 10, 13). 

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