martes, 27 de noviembre de 2012

Ne 13, 15-18 ¡Ustedes obran mal profanando el día sábado!


(Ne 13, 15-18) ¡Ustedes obran mal profanando el día sábado!

15 En aquellos días, vi gente en Judá que pisaba los lagares durante el sábado. Otros acarreaban gavillas y también cargaban sobre los asnos vino, uvas, higos y toda clase de cargas, para traerlos a Jerusalén en día sábado. Y yo los reprendí, mientras vendía sus mercaderías. 16 Además, algunos tirios que se habían establecido en Jerusalén, hacían entrar pescado y toda clase de mercancías para venderlas durante el sábado a los judíos, en Jerusalén. 17 Yo encaré a los notables de Judá y les dije» «¡Ustedes obran mal profanando el día sábado! 18 Eso mismo hicieron sus padres, y por eso nuestro Dios envió tantas desgracias sobre nosotros y sobre esta ciudad. Al profanar el sábado, ustedes aumentan la ira de Dios contra Israel».
  (C.I.C 2168) El tercer mandamiento del Decálogo proclama la santidad del sábado: ‘El día séptimo será día de descanso completo, consagrado al Señor’ (Ex 31, 15). (C.I.C 2171) Dios confió a Israel el sábado para que lo guardara como signo de la alianza inquebrantable (Cf. Ex 31, 16). El sábado es para el Señor, santamente reservado a la alabanza de Dios, de su obra de creación y de sus acciones salvíficas en favor de Israel. (C.I.C 2172) La acción de Dios es el modelo de la acción humana. Si Dios ‘tomó respiro’ el día séptimo (Ex 31, 17), también el hombre debe ‘descansar’ y hacer que los demás, sobre todo los pobres, ‘recobren aliento’ (Cf. Ex 23, 12). El sábado interrumpe los trabajos cotidianos y concede un respiro. Es un día de protesta contra las servidumbres del trabajo y el culto al dinero (Cf. Ne 13, 15-22; 2Cro 36, 21). 

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