domingo, 18 de octubre de 2015
534. ¿Qué es la oración? (Primera parte)
(Compendio
534) La oración es la elevación del alma a Dios o la petición al Señor de
bienes conformes a su voluntad. La oración es siempre un don de Dios que sale
al encuentro del hombre. La oración cristiana es relación personal y viva de
los hijos de Dios con su Padre infinitamente bueno, con su Hijo Jesucristo y
con el Espíritu Santo, que habita en sus corazones.
Resumen
(C.I.C 2590)
"La oración es la elevación del alma hacia Dios o la petición a Dios de
bienes convenientes" (San Juan Damasceno, Expositio fidei, 68 [De fide
orthodoxa 3, 24]: PG: 94, 1089).
Profundizar y modos
de explicaciones
(C.I.C 2558)
"Este es el Misterio de la fe". La Iglesia lo profesa en el Símbolo
de los Apóstoles (primera parte) y lo
celebra en la Liturgia sacramental (segunda
parte), para que la vida de los fieles se conforme con Cristo en el
Espíritu Santo para gloria de Dios Padre (tercera
parte). Por tanto, este Misterio exige que los fieles crean en él, lo
celebren y vivan de él en una relación viva y personal con Dios vivo y
verdadero. Esta relación es la oración. (C.I.C 2665) La oración de la Iglesia,
alimentada por la palabra de Dios y por la celebración de la liturgia, nos
enseña a orar al Señor Jesús. Aunque esté dirigida sobre todo al Padre, en
todas las tradiciones litúrgicas incluye formas de oración dirigidas a Cristo.
Algunos salmos, según su actualización en la oración de la Iglesia, y el Nuevo
Testamento ponen en nuestros labios y gravan en nuestros corazones las
invocaciones de esta oración a Cristo: Hijo de Dios, Verbo de Dios, Señor,
Salvador, Cordero de Dios, Rey, Hijo amado, Hijo de la Virgen, Buen Pastor,
Vida nuestra, nuestra Luz, nuestra Esperanza, Resurrección nuestra, Amigo de
los hombres...
Para la reflexión
(C.I.C 2559)
"La oración es la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de bienes
convenientes"(San Juan Damasceno, Expositio
fidei, 68 [De fide orthodoxa 3,
24]: PG 94, 1089). ¿Desde dónde hablamos cuando oramos? ¿Desde la altura de
nuestro orgullo y de nuestra propia voluntad, o desde "lo más
profundo" (Sal 130, 14) de un corazón humilde y contrito? El que se
humilla es ensalzado (cf. Lc 18, 9-14). La humildad es la base de la oración.
"Nosotros no sabemos pedir como conviene"(Rom 8, 26). La humildad es
una disposición necesaria para recibir gratuitamente el don de la oración: el
hombre es un mendigo de Dios (San Agustín, Sermo
56, 6, 9: PL 38, 381). (Continua)
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