lunes, 5 de octubre de 2015
526. ¿Qué relación existe entre la verdad, la belleza y el arte sacro? (Primera parte)
(Compendio
526) La verdad es bella por sí misma. Supone el esplendor de la belleza
espiritual. Existen, más allá de la palabra, numerosas formas de expresión de
la verdad, en particular en las obras de arte. Son fruto de un talento donado
por Dios y del esfuerzo del hombre. El arte sacro, para ser bello y verdadero,
debe evocar y glorificar el Misterio del Dios manifestado en Cristo, y llevar a
la adoración y al amor de Dios Creador y Salvador, excelsa Belleza de Verdad y
Amor.
Resumen
(C.I.C 2513) Las
bellas artes, sobre todo el arte sacro, ‘están relacionadas, por su naturaleza,
con la infinita belleza divina, que se intenta expresar, de algún modo, en las
obras humanas. Y tanto más se consagran a Dios y contribuyen a su alabanza y a
su gloria, cuanto más lejos están de todo propósito que no sea colaborar lo más
posible con sus obras a dirigir las almas de los hombres piadosamente hacia
Dios’ (Sacrosanctum Concilium, 122).
Profundizar y modos
de explicaciones
(C.I.C 2500) La
práctica del bien va acompañada de un placer espiritual gratuito y de belleza
moral. De igual modo, la verdad entraña el gozo y el esplendor de la belleza
espiritual. La verdad es bella por sí misma. La verdad de la palabra, expresión
racional del conocimiento de la realidad creada e increada, es necesaria al
hombre dotado de inteligencia, pero la verdad puede también encontrar otras
formas de expresión humana, complementarias, sobre todo cuando se trata de
evocar lo que ella entraña de indecible, las profundidades del corazón humano,
las elevaciones del alma, el Misterio de Dios. Antes de revelarse al hombre en
palabras de verdad, Dios se revela a él, mediante el lenguaje universal de la
Creación, obra de su Palabra, de su Sabiduría: el orden y la armonía del
cosmos, que percibe tanto el niño como el hombre de ciencia, ‘pues por la
grandeza y hermosura de las criaturas se llega, por analogía, a contemplar a su
Autor’ (Sb 13, 5), ‘pues fue el Autor mismo de la belleza quien las creó’ (Sb
13, 3). “La sabiduría es un hálito del poder de Dios, una emanación pura de la
gloria del Omnipotente, por lo que nada manchado llega a alcanzarla. Es un
reflejo de la luz eterna, un espejo sin mancha de la actividad de Dios, una
imagen de su bondad” (Sb 7, 25-26). “La sabiduría es en efecto más bella que el
Sol, supera a todas las constelaciones; comparada con la luz, sale vencedora,
porque a la luz sucede la noche, pero contra la sabiduría no prevalece la
maldad” (Sb 7, 29-30). “Yo me aconstituí en el amante de su belleza” (Sb 8, 2).
Para la reflexión
(C.I.C 2503) Por
eso los obispos deben personalmente o por delegación vigilar y promover el arte
sacro antiguo y nuevo en todas sus formas, y apartar con la misma atención
religiosa de la liturgia y de los edificios de culto todo lo que no está de
acuerdo con la verdad de la fe y la auténtica belleza del arte sacro (cf. Sacrosanctum Comcilium, 122-127). (Continua)
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