domingo, 31 de agosto de 2014
252. ¿Con qué nombres se conoce el primer Sacramento de la iniciación?
(Compendio 252) El primer sacramento de la iniciación
recibe, ante todo, el nombre de Bautismo, en razón del rito central con el cual
se celebra: bautizar significa «sumergir» en el agua; quien recibe el bautismo
es sumergido en la muerte de Cristo y resucita con Él «como una nueva criatura»
(2 Co 5, 17). Se llama también «baño de regeneración y renovación en el
Espíritu Santo» (Tt 3, 5), e «iluminación», porque el bautizado se convierte en
«hijo de la luz» (Ef 5, 8).
Resumen
(C.I.C 1277) El Bautismo
constituye el nacimiento a la vida nueva en Cristo. Según la voluntad del
Señor, es necesario para la salvación, como lo es la Iglesia misma, a la que
introduce el Bautismo.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1214) Este sacramento
recibe el nombre de Bautismo en razón
del carácter del rito central mediante el que se celebra: bautizar (baptizein en griego) significa
"sumergir", "introducir dentro del agua"; la
"inmersión" en el agua simboliza el acto de sepultar al catecúmeno en
la muerte de Cristo de donde sale por la resurrección con El (cf. Rm 6,3-4; Col
2,12) como "nueva criatura" (2Co 5,17; Ga 6,15). (C.I.C 1215) Este sacramento es llamado también “baño de regeneración y de renovación del
Espíritu Santo” (Tt 3,5), porque significa y realiza ese nacimiento del
agua y del Espíritu sin el cual "nadie puede entrar en el Reino de
Dios" (Jn 3,5). (C.I.C 628)
El Bautismo, cuyo signo original y pleno es la inmersión, significa eficazmente
la bajada del cristiano al sepulcro muriendo al pecado con Cristo para una
nueva vida: "Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo en la muerte,
a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio
de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva" (Rm
6,4; cf. Col 2, 12; Ef 5, 26)
Para la reflexión
(C.I.C 1216) "Este baño es
llamado iluminación porque quienes
reciben esta enseñanza (catequética) su espíritu es iluminado" (San
Justino, Apología 1, 61: PG 6, 421).
Habiendo recibido en el Bautismo al Verbo, "la luz verdadera que ilumina a
todo hombre" (Jn 1,9), el bautizado, "tras haber sido iluminado"
(Hb 10,32), se convierte en "hijo de la luz" (1 Ts 5,5), y en
"luz" él mismo (Ef 5,8): El Bautismo “es el más bello y magnífico de
los dones de Dios [...] lo llamamos don, gracia, unción, iluminación, vestidura
de incorruptibilidad, baño de regeneración, sello y todo lo más precioso que
hay. Don, porque es conferido a los
que no aportan nada; gracia, porque,
es dado incluso a culpables; bautismo,
porque el pecado es sepultado en el agua; unción,
porque es sagrado y real (tales son los que son ungidos); iluminación, porque es luz resplandeciente; vestidura, porque cubre nuestra vergüenza; baño, porque lava; sello, porque nos guarda y es el signo
de la soberanía de Dios (San Gregorio Nacianceno, Oratio 40, 3-4: PG 36, 361-364).
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