domingo, 10 de agosto de 2014
235. ¿De qué modo la Iglesia en la tierra celebra la liturgia? (Primera parte)
(Compendio 235) La Iglesia en la tierra celebra la
liturgia como pueblo sacerdotal, en el cual cada uno obra según su propia
función, en la unidad del Espíritu Santo: los bautizados se ofrecen como
sacrificio espiritual; los ministros ordenados celebran según el Orden recibido
para el servicio de todos los miembros de la Iglesia; los obispos y presbíteros
actúan en la persona de Cristo Cabeza.
Resumen
(C.I.C 1188) En una celebración
litúrgica, toda la asamblea es "liturgo", cada cual según su función.
El sacerdocio bautismal es el sacerdocio de todo el Cuerpo de Cristo. Pero
algunos fieles son ordenados por el sacramento del Orden sacerdotal para representar
a Cristo como Cabeza del Cuerpo.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1140) Es toda la comunidad, el Cuerpo de Cristo unido a
su Cabeza quien celebra. "Las acciones litúrgicas no son acciones
privadas, sino celebraciones de la Iglesia, que es `sacramento de unidad', esto
es, pueblo santo, congregado y ordenado bajo la dirección de los obispos. Por
tanto, pertenecen a todo el Cuerpo de la Iglesia, influyen en él y lo
manifiestan, pero afectan a cada miembro de este Cuerpo de manera diferente,
según la diversidad de órdenes, funciones y participación actual" (Sacrosanctum Concilium, 26). Por eso también, "siempre que los ritos, según la
naturaleza propia de cada uno, admitan una celebración común, con asistencia y
participación activa de los fieles, hay que inculcar que ésta debe ser
preferida, en cuanto sea posible, a una celebración individual y casi
privada" (Sacrosanctum
Concilium, 27).
Para la reflexión
(C.I.C 1141) La asamblea que
celebra es la comunidad de los bautizados que, "por el nuevo nacimiento y
por la unción del Espíritu Santo, quedan consagrados como casa espiritual y
sacerdocio santo para que ofrezcan a través de todas las obras propias del
cristiano, sacrificios espirituales" (Lumen
gentium, 10). Este "sacerdocio común" es el de Cristo, único
Sacerdote, participado por todos sus miembros (cf. Lumen gentium, 10; 34; Presbiterorum
Ordinis, 2): “La Madre Iglesia desea
ardientemente que se lleve a todos los fieles a aquella participación plena,
consciente y activa en las celebraciones litúrgicas que exige la naturaleza de
la liturgia misma y a la cual tiene derecho y obligación, en virtud del
bautismo, el pueblo cristiano ‘linaje escogido, sacerdocio real, nación santa,
pueblo adquirido’" (1P 2,9; 2,4-5; Sacrosanctum Concilium, 14). (Continua)
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