viernes, 8 de agosto de 2014
233. ¿Quién actúa en la liturgia?
(Compendio 233) En la liturgia actúa el «Cristo total»
(Christus totus), Cabeza y Cuerpo. En cuanto sumo Sacerdote, Él celebra la
liturgia con su Cuerpo, que es la Iglesia del cielo y de la tierra.
Resumen
(C.I.C 1187) La liturgia es la
obra de Cristo total, Cabeza y Cuerpo. Nuestro Sumo Sacerdote la celebra sin
cesar en la liturgia celestial, con la santa Madre de Dios, los Apóstoles,
todos los santos y la muchedumbre de seres humanos que han entrado ya en el
Reino.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1135) La catequesis de la liturgia
implica en primer lugar la inteligencia de la economía sacramental (capítulo primero). A su luz se revela la
novedad de su celebración. Se
tratará, pues, en este capítulo de la celebración de los sacramentos de la
Iglesia. A través de la diversidad de las tradiciones litúrgicas, se presenta
lo que es común a la celebración de los siete sacramentos. Lo que es propio de
cada uno de ellos, será presentado más adelante. Esta catequesis fundamental de
las celebraciones sacramentales responderá a las cuestiones inmediatas que se
presentan a un fiel al respecto: – quién celebra – cómo celebrar – cuándo
celebrar – dónde celebrar. (C.I.C 1136) La liturgia
es "acción" del "Cristo total" (Christus totus). Los que desde ahora la celebran, participan ya más
allá de los signos, de la liturgia del cielo, donde la celebración es
enteramente comunión y fiesta.
Para la reflexión
(C.I.C 1137) El Apocalipsis de San Juan, leído en la liturgia de la Iglesia, nos revela
primeramente que "un trono estaba erigido en el cielo y Uno sentado en el
trono" (Ap 4,2): "el Señor Dios" (Is 6,1; cf. Ez 1,26-28). Luego
revela al Cordero, "inmolado y de pie" (Ap 5,6; cf. Jn 1,29): Cristo
crucificado y resucitado, el único Sumo Sacerdote del santuario verdadero (cf.
Hb 4,14-15; 10, 19-21; etc), el mismo "que ofrece y que es ofrecido, que
da y que es dado" (Liturgia
Bizantina Anaphora Iohannis Chrysóstomi: PG 63, 913). Y por último, revela
"el río de agua de vida […] que brota del trono de Dios y del
Cordero" (Ap 22,1), uno de los más bellos símbolos del Espíritu Santo (cf.
Jn 4,10-14; Ap 21,6).
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