sábado, 16 de agosto de 2014
240. ¿Cuál es la finalidad de las sagradas imágenes?
(Compendio 240) La imagen de Cristo es el icono litúrgico
por excelencia. Las demás, que representan a la Madre de Dios y a los santos,
significan a Cristo, que en ellos es glorificado. Las imágenes proclaman el
mismo mensaje evangélico que la Sagrada Escritura transmite mediante la
palabra, y ayudan a despertar y alimentar la fe de los creyentes.
Resumen
(C.I.C 1192) Las imágenes
sagradas, presentes en nuestras iglesias y en nuestras casas, están destinadas
a despertar y alimentar nuestra fe en el misterio de Cristo. A través del icono
de Cristo y de sus obras de salvación, es a Él a quien adoramos. A través de
las sagradas imágenes de la Santísima Madre de Dios, de los ángeles y de los
santos, veneramos a quienes en ellas son representados.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1159) La imagen sagrada, el
icono litúrgico, representa principalmente a
Cristo. No puede representar a Dios invisible e incomprensible; la
Encarnación del Hijo de Dios inauguró una nueva "economía" de las
imágenes: “En otro tiempo, Dios, que no tenía cuerpo ni figura no podía de
ningún modo ser representado con una imagen. Pero ahora que se ha hecho ver en
la carne y que ha vivido con los hombres, puedo hacer una imagen de lo que he
visto de Dios. [...] Nosotros sin embargo, revelado su rostro, contemplamos la
gloria del Señor” (San Juan Damasceno, De sacris imaginibus oratio 1, 16: PG
94, 1245 y 1248). (C.I.C 1160) La iconografía cristiana transcribe mediante la
imagen el mensaje evangélico que la Sagrada Escritura transmite mediante la
palabra. Imagen y Palabra se esclarecen mutuamente: “Para expresar brevemente
nuestra profesión de fe, conservamos intactas todas las tradiciones de la
Iglesia, escritas o no escritas, que nos han sido transmitidas sin alteración.
Una de ellas es la representación pictórica de las imágenes, que está de
acuerdo con la predicación de la historia evangélica, creyendo que,
verdaderamente y no en apariencia, el Dios Verbo se hizo carne, lo cual es tan
útil y provechoso, porque las cosas que se esclarecen mutuamente tienen sin
duda una significación recíproca” (II Concilio
de Nicea (año 787), Terminus: COD
111).
Para la reflexión
(C.I.C 1161) Todos los signos de
la celebración litúrgica hacen referencia a Cristo: también las imágenes
sagradas de la Santísima Madre de Dios y de los santos. Significan, en efecto,
a Cristo que es glorificado en ellos. Manifiestan "la nube de
testigos" (Hb 12,1) que continúan participando en la salvación del mundo y
a los que estamos unidos, sobre todo en la celebración sacramental. A través de
sus iconos, es el hombre "a imagen de Dios", finalmente transfigurado
"a su semejanza" (cf. Rm 8,29; 1Jn 3,2), quien se revela a nuestra
fe, e incluso los ángeles, recapitulados también en Cristo: “Siguiendo […] la
enseñanza divinamente inspirada de nuestros santos Padres y la tradición de la
Iglesia católica (pues reconocemos ser del Espíritu Santo que habita en ella),
definimos con toda exactitud y cuidado que las venerables y santas imágenes,
como también la imagen de la preciosa y vivificante cruz, así compo también las
venerables y santas imágenes, tanto las pintadas como las de mosaico u otra
materia conveniente, se expongan en las santas iglesias de Dios, en los vasos
sagrados y ornamentos, en las paredes y en cuadros, en las casas y en los
caminos: tanto las imágenes de nuestro Señor Dios y Salvador Jesucristo, como
las de nuestra Señora inmaculada la santa Madre de Dios, de los santos ángeles
y de todos los santos y justos” (II Concilio
de Nicea: DS 600).
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