jueves, 21 de agosto de 2014
243. ¿Qué es la Liturgia de las Horas? (Primera parte)
(Compendio 243) La Liturgia de las Horas, oración pública
y común de la Iglesia, es la oración de Cristo con su Cuerpo, la Iglesia. Por
su medio, el Misterio de Cristo, que celebramos en la Eucaristía, santifica y
transfigura el tiempo de cada día. Se compone principalmente de salmos y de
otros textos bíblicos, y también de lecturas de los santos Padres y maestros
espirituales.
Resumen
(C.I.C 1196) Los fieles que
celebran la Liturgia de las Horas se unen a Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, por
la oración de los salmos, la meditación de la Palabra de Dios, de los cánticos
y de las bendiciones, a fin de ser asociados a su oración incesante y universal
que da gloria al Padre e implora el don del Espíritu Santo sobre el mundo
entero.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1174) El Misterio de
Cristo, su Encarnación y su Pascua, que celebramos en la Eucaristía,
especialmente en la Asamblea dominical, penetra y transfigura el tiempo de cada
día mediante la celebración de la Liturgia de las Horas, "el Oficio
divino" (cf. Sacrosanctum
Concilium, 83-101). Esta celebración, en
fidelidad a las recomendaciones apostólicas de "orar sin cesar" (1Ts
5,17; Ef 6,18), "está estructurada de tal manera que la alabanza de Dios
consagra el curso entero del día y de la noche" (Sacrosanctum Concilium, 84). Es "la oración pública de la Iglesia" (Sacrosanctum Concilium, 98) en la cual los fieles (clérigos, religiosos y laicos)
ejercen el sacerdocio real de los bautizados. Celebrada "según la forma
aprobada" por la Iglesia, la Liturgia de las Horas "realmente es la
voz de la misma Esposa la que habla al Esposo; más aún, es la oración de
Cristo, con su mismo Cuerpo, al Padre" (Sacrosanctum Concilium, 84).
Para la reflexión
(C.I.C 1175) La Liturgia de las
Horas está llamada a ser la oración de todo el Pueblo de Dios. En ella, Cristo
mismo "sigue ejerciendo su función sacerdotal a través de su Iglesia"
(Sacrosanctum Concilium, 83); cada uno participa en ella según su lugar propio en la
Iglesia y las circunstancias de su vida: los sacerdotes en cuanto entregados al
ministerio pastoral, porque son llamados a permanecer asiduos en la oración y
el servicio de la Palabra (cf. Sacrosanctum
Concilium, 86; 96; Presbiterorum Ordinis, 5); los religiosos
y religiosas por el carisma de su vida consagrada (cf. Sacrosanctum Concilium, 98); todos los fieles según sus posibilidades: "Los
pastores de almas debe procurar que las Horas principales, sobre todo las
Vísperas, los domingos y fiestas solemnes, se celebren en la Iglesia
comunitariamente. Se recomienda que también los laicos recen el Oficio divino,
bien con los sacerdotes o reunidos entre sí, e incluso solos" (Sacrosanctum Concilium, 100).
(Continua)
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