viernes, 7 de febrero de 2014

89. ¿Cómo expresa la Iglesia el misterio de la Encarnación?



89. ¿Cómo expresa la Iglesia el misterio de la Encarnación? 


(Compendio 89) La Iglesia expresa el misterio de la Encarnación afirmando que Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre; con dos naturalezas, la divina y la humana, no confundidas, sino unidas en la Persona del Verbo. Por tanto, todo en la humanidad de Jesús –milagros, sufrimientos y la misma muerte– debe ser atribuido a su Persona divina, que obra a través de la naturaleza humana que ha asumido. «¡Oh Hijo Unigénito y Verbo de Dios! Tú que eres inmortal, te dignaste, para salvarnos, tomar carne de la santa Madre de Dios y siempre Virgen María (...) Tú, Uno de la Santísima Trinidad, glorificado con el Padre y el Espíritu Santo, ¡sálvanos!» (Liturgia bizantina de san Juan Crisóstomo).

Resumen   

(C.I.C 479) En el momento establecido por Dios, el Hijo único del Padre, la Palabra eterna, es decir, el Verbo e Imagen substancial del Padre, se hizo carne: sin perder la naturaleza divina asumió la naturaleza humana.

Profundizar y modos de explicaciones

(C.I.C 468) Después del concilio de Calcedonia, algunos concibieron la naturaleza humana de Cristo como una especie de sujeto personal. Contra éstos, el quinto concilio ecuménico, en Constantinopla el año 553 confesó a propósito de Cristo: "No hay más que una sola hipóstasis [o persona] […] que es nuestro Señor Jesucristo, uno de la Trinidad" (II Concilio de Constantinopla: DS 424). Por tanto, todo en la humanidad de Jesucristo debe ser atribuído a su persona divina como a su propio sujeto (cf. ya Concilio de Éfeso: DS 255), no solamente los milagros sino también los sufrimientos (cf. II Concilio de Constantinopla: DS 423) y la misma muerte: "El que ha sido crucificado en la carne, nuestro Señor Jesucristo, es verdadero Dios, Señor de la gloria y uno de la santísima Trinidad" (II Concilio de Constantinopla: DS 432).    

Para la reflexión

(C.I.C 469) La Iglesia confiesa así que Jesús es inseparablemente verdadero Dios y verdadero Hombre. Él es verdaderamente el Hijo de Dios que se ha hecho hombre, nuestro hermano, y eso sin dejar de ser Dios, nuestro Señor: "Id quod fuit remansit et quod non fuit assumpsit" ("Sin dejar de ser lo que era, ha asumido lo que no era"), canta la liturgia romana (Solemnidad de la Santísima Virgen María Madre de Dios, Antífona al “Benedictus”: Liturgia de las Horas; cf. San León Magno, Sermo 21, 2: PL 54, 192). Y la liturgia de san Juan Crisóstomo proclama y canta: "¡Oh Hijo Unico y Verbo de Dios! Tú que eres inmortal, te dignaste, para salvarnos, tomar carne de la santa Madre de Dios y siempre Virgen María. Tú, Cristo Dios, sin sufrir cambio te hiciste hombre y, en la cruz, con tu muerte venciste la muerte. Tú, Uno de la Santísima Trinidad, glorificado con el Padre y el Santo Espíritu, ¡sálvanos! (Oficio Bizantino de las Horas, Himno O’ Monogenés: “Horológion tò Méga”).       

(Siguiente pregunta: ¿Tenía el Hijo de Dios hecho hombre un alma con inteligencia humana?)

No hay comentarios: