sábado, 22 de febrero de 2014
102. ¿Cuáles han sido las preparaciones históricas a los Misterios de Jesús?
(Compendio 102) Ante todo hay una larga esperanza de
muchos siglos, que revivimos en la celebración litúrgica del tiempo de
Adviento. Además de la oscura espera que ha puesto en el corazón de los
paganos, Dios ha preparado la venida de su Hijo mediante la Antigua Alianza,
hasta Juan el Bautista, que es el último y el mayor de los Profetas.
Resumen
(C.I.C 561) "Para quien la contempla rectamente la vida
entera de Cristo fue una continua enseñanza: su silencio, sus milagros, sus
gestos, su oración, su amor al hombre, su predilección por los pequeños y los
pobres, la aceptación total del sacrificio en la cruz por la salvación del
mundo, su resurrección, son la actuación de su palabra y el cumplimiento de la
revelación" (Catechesi tradendae,
9). (C.I.C 562) Los discípulos de Cristo deben asemejarse a El hasta que él
crezca y se forme en ellos (cf. Ga 4, 19). "Por eso somos integrados en
los misterios de su vida: con él estamos identificados, muertos y resucitados
hasta que reinemos con él” (Lumen gentium,
7).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 522) La venida del Hijo de Dios a la tierra es un
acontecimiento tan inmenso que Dios quiso prepararlo durante siglos. Ritos y
sacrificios, figuras y símbolos de la "Primera Alianza"(Hb 9,15),
todo lo hace converger hacia Cristo; anuncia esta venida por boca de los
profetas que se suceden en Israel. Además, despierta en el corazón de los
paganos una espera, aún confusa, de esta venida. (C.I.C 523) San Juan Bautista es el precursor (cf.
Hch 13, 24) inmediato del Señor, enviado para prepararle el camino (cf. Mt 3,
3). "Profeta del Altísimo" (Lc 1, 76), sobrepasa a todos los profetas
(cf. Lc 7, 26), de los que es el último (cf. Mt 11, 13), e inaugura el
Evangelio (cf. Hch 1, 22; Lc 16,16); desde el seno de su madre (cf. Lc 1,41)
saluda la venida de Cristo y encuentra su alegría en ser "el amigo del
esposo" (Jn 3, 29) a quien señala como "el Cordero de Dios que quita
el pecado del mundo" (Jn 1, 29). Precediendo a Jesús "con el espíritu
y el poder de Elías" (Lc 1, 17), da testimonio de él mediante su
predicación, su bautismo de conversión y finalmente con su martirio (cf. Mc 6,
17-29).
Para la reflexión
(C.I.C 517) Toda la vida de Cristo es Misterio de Redención. La Redención nos viene ante
todo por la sangre de la cruz (cf. Ef 1, 7; Col 1, 13-14; 1P 1, 18-19), pero
este misterio está actuando en toda la vida de Cristo: ya en su Encarnación
porque haciéndose pobre nos enriquece con su pobreza (cf. 2Co 8, 9); en su vida
oculta donde repara nuestra insumisión mediante su sometimiento (cf. Lc 2, 51);
en su palabra que purifica a sus oyentes (cf. Jn 15, 3); en sus curaciones y en
sus exorcismos, por las cuales "él tomó nuestras flaquezas y cargó con
nuestras enfermedades" (Mt 8, 17; cf. Is 53, 4); en su Resurrección, por
medio de la cual nos justifica (cf. Rm 4, 25). (C.I.C 524) Al celebrar
anualmente la liturgia de Adviento,
la Iglesia actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga
preparación de la primera venida del Salvador, los fieles renuevan el ardiente
deseo de su segunda Venida (cf. Ap 22, 17). Celebrando la natividad y el
martirio del Precursor, la Iglesia se une al deseo de éste: "Es preciso
que El crezca y que yo disminuya" (Jn 3, 30).
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