domingo, 23 de febrero de 2014
103. ¿Qué nos enseña el Evangelio sobre los Misterios del nacimiento y la infancia de Jesús? (Primera parte)
(Compendio 103) En el Nacimiento de Jesús, la gloria del
cielo se manifiesta en la debilidad de un niño; la circuncisión es signo de su
pertenencia al pueblo hebreo y prefiguración de nuestro Bautismo; la Epifanía
es la manifestación del Rey-Mesías de Israel a todos los pueblos; durante la
presentación en el Templo, en Simeón y Ana se concentra toda la expectación de
Israel, que viene al encuentro de su Salvador; la huida a Egipto y la matanza
de los inocentes anuncian que toda la vida de Cristo estará bajo el signo de la
persecución; su retorno de Egipto recuerda el Éxodo y presenta a Jesús como el
nuevo Moisés: Él es el verdadero y definitivo liberador.
Resumen
(C.I.C 563) Pastor o mago, nadie puede alcanzar a Dios aquí
abajo sino arrodillándose ante el pesebre de Belén y adorando a Dios escondido
en la debilidad de un niño.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 525) Jesús nació en la humildad de un establo, de una
familia pobre (cf. Lc 2, 6-7); unos sencillos pastores son los primeros
testigos del acontecimiento. En esta pobreza se manifiesta la gloria del cielo
(cf. Lc 2, 8-20). La Iglesia no se cansa de cantar la gloria de esta noche: “Hoy
la Virgen da a luz al Transcendente. Y la tierra ofrece una cueva al
Inaccesible. Los ángeles y los pastores le alaban. Los magos caminan con la
estrella: Porque ha nacido por nosotros, Niño pequeñito el Dios eterno” (San Romano
Melodo, Kontakion, 10, In diem Nativitatis Christi, Proemium).
(C.I.C 526) "Hacerse niño" con relación a Dios es la condición para
entrar en el Reino (cf. Mt 18, 3-4); para eso es necesario abajarse (cf. Mt 23,
12), hacerse pequeño; más todavía: es necesario "nacer de lo alto"
(Jn 3,7), "nacer de Dios" (cf. Jn 1, 13) para "hacerse hijos de
Dios" (cf. Jn 1, 12). El Misterio de Navidad se realiza en nosotros cuando
Cristo "toma forma" en nosotros (cf. Ga 4, 19). Navidad es el
Misterio de este "admirable intercambio": “¡Oh admirable intercambio!
El Creador del género humano, tomando cuerpo y alma, nace de una Virgen y,
hecho hombre sin concurso de varón, nos da parte en su divinidad (Solemnidad de la Santísima Virgen María,
Madre de Dios, Antífona de I y II Vísperas: Liturgia de la Horas, v. 1).
Para la reflexión
(C.I.C 528) La Epifanía
es la manifestación de Jesús como Mesías de Israel, Hijo de Dios y Salvador del
mundo. Con el bautismo de Jesús en el Jordán y las bodas de Caná (cf. Solemnidad de la Epifanía del Señor, Antífona del “Magnificat” en
II Vísperas: Liturgia de las Horas),
la Epifanía celebra la adoración de Jesús por unos "magos" venidos de
Oriente (cf. Mt 2, 1) En estos "magos", representantes de religiones
paganas de pueblos vecinos, el Evangelio ve las primicias de las naciones que
acogen, por la Encarnación, la Buena Nueva de la salvación. La llegada de los
magos a Jerusalén para "rendir homenaje al rey de los Judíos" (cf. Mt
2, 2) muestra que buscan en Israel, a la luz mesiánica de la estrella de David
(cf. Nm 24, 17; Ap 22, 16) al que será el rey de las naciones (cf. Nm 24,
17-19). Su venida significa que los gentiles no pueden descubrir a Jesús y
adorarle como Hijo de Dios y Salvador del mundo sino volviéndose hacia los
judíos (cf. Jn 4, 22) y recibiendo de ellos su promesa mesiánica tal como está
contenida en el Antiguo Testamento (cf. Mt 2, 4-6). La Epifanía manifiesta que
"la multitud de los gentiles entra en la familia de los patriarcas"
(cf. San León Magno, Sermo 33, 3: (PL
54, 242) y adquiere la israelitica
dignitas (la dignidad israelítica) (Vigilia
pascual, Oración después de la
tercera lectura: Misal Romano). (Continua)
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