lunes, 30 de septiembre de 2013
So 2, 3 Busquen al Señor, ustedes, todos los humildes de la tierra
3 Busquen al Señor, ustedes, todos los humildes de la
tierra, los que ponen en práctica sus decretos. Busquen la justicia, busquen la
humildad, tal vez así estarán protegidos en el Día de la ira del Señor.
(C.I.C 711) "He aquí que yo lo renuevo" (Is
43, 19): dos líneas proféticas se van a perfilar, una se refiere a la espera
del Mesías, la otra al anuncio de un Espíritu nuevo, y las dos convergen en el
pequeño Resto, el pueblo de los Pobres (cf. So 2, 3), que aguardan en la
esperanza la "consolación de Israel" y "la redención de
Jerusalén" (cf. Lc 2, 25. 38). Ya se ha dicho cómo Jesús cumple las
profecías que a él se refieren. A continuación se describen aquellas en que
aparece sobre todo la relación del Mesías y de su Espíritu. (C.I.C 716) El
Pueblo de los "pobres" (cf. So 2, 3; Sal 22, 27; 34, 3; Is 49, 13;
61, 1; etc.), los humildes y los mansos, totalmente entregados a los designios
misteriosos de Dios, los que esperan la justicia, no de los hombres sino del
Mesías, todo esto es, finalmente, la gran obra de la Misión escondida del
Espíritu Santo durante el tiempo de las Promesas para preparar la venida de
Cristo. Esta es la calidad de corazón del Pueblo, purificado e iluminado por el
Espíritu, que se expresa en los Salmos. En estos pobres, el Espíritu prepara
para el Señor "un pueblo bien dispuesto" (cf. Lc 1, 17).
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