jueves, 26 de septiembre de 2013
Jon 2, 1 Jonás permaneció en el vientre el pez tres días
1 El Señor hizo que un gran pez se tragara a Jonás, y
este permaneció en el vientre el pez tres días y tres noches.
(C.I.C 627) La muerte de Cristo fue una verdadera
muerte en cuanto que puso fin a su existencia humana terrena. Pero a causa de
la unión que la Persona del Hijo conservó con su cuerpo, éste no fue un despojo
mortal como los demás porque "no era posible que la muerte lo dominase"
(Hch 2, 24) y por eso “la virtud divina preservó de la corrupción al cuerpo de
Cristo” (Santo Tomás de Aquino, Summa
Theologiae 2, 51, 3). De Cristo se puede decir a la vez: "Fue
arrancado de la tierra de los vivos" (Is 53, 8); y: "mi carne
reposará en la esperanza de que no abandonarás mi alma en la mansión de lo
muertos ni permitirás que tu santo experimente la corrupción" (Hch 2,
26-27; cf. Sal 16, 9-10). La Resurrección de Jesús "al tercer día"
(1Co 15, 4; Lc 24, 46; cf. Mt 12, 40; Jon 2, 1; Os 6, 2) era el signo de ello,
también porque se suponía que la corrupción se manifestaba a partir del cuarto
día (cf. Jn 11, 39).
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