martes, 10 de septiembre de 2013
Os 2, 1 Les dirán: «Hijos del Dios viviente»
Oseas - Pàginas selectas
1 El número de los israelitas será como la arena del
mar, que no se puede medir ni contar; y en lugar de decirles: «Ustedes no son
mi pueblo», les dirán: «Hijos del Dios viviente».
(C.I.C 218) A lo largo de su
historia, Israel pudo descubrir que Dios sólo tenía una razón para revelársele
y escogerlo entre todos los pueblos como pueblo suyo: su amor gratuito (cf. Dt
4,37; 7,8; 10,15). E Israel comprendió, gracias a sus profetas, que también por
amor Dios no cesó de salvarlo (cf. Is 43,1-7) y de perdonarle su infidelidad y
sus pecados (cf. Os 2). (C.I.C 441) Hijo
de Dios, en el Antiguo Testamento, es un título dado a los ángeles (cf. Dt
32, 8; Jb 1, 6), al pueblo elegido (cf. Ex 4, 22;Os 11, 1; Jr 3, 19; Si 36, 11;
Sb 18, 13), a los hijos de Israel (cf. Dt 14, 1; Os 2, 1) y a sus reyes (cf. 2S
7, 14; Sal 82, 6). Significa entonces una filiación adoptiva que establece
entre Dios y su criatura unas relaciones de una intimidad particular. Cuando el
Rey-Mesías prometido es llamado "hijo de Dios" (cf. 1Cro 17, 13; Sal
2, 7), no implica necesariamente, según el sentido literal de esos textos, que
sea más que humano. Los que designaron así a Jesús en cuanto Mesías de Israel
(cf. Mt 27, 54), quizá no quisieron decir nada más (cf. Lc 23, 47)
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