lunes, 9 de septiembre de 2013

Dn 12, 1-3 Brillarán como las estrellas, por los siglos de los siglos



(Dn 12, 1-3) Brillarán como las estrellas, por los siglos de los siglos

1 En aquel tiempo, se alzará Miguel, el gran Príncipe, que está de pie junto a los hijos de tu pueblo. Será un tiempo de tribulación, como no lo hubo jamás, desde que existe una nación hasta el tiempo presente. En aquel tiempo, será liberado tu pueblo: todo el que se encuentre inscrito en el Libro. 2 Y muchos de los que duermen en el suelo polvoriento se despertarán, unos para la vida eterna, y otros para la ignominia, para el horror eterno. 3 Los hombres prudentes resplandecerán como el resplandor del firmamento, y los que hayan enseñado a muchos la justicia brillarán como las estrellas, por los siglos de los siglos.
(C.I.C 992) La resurrección de los muertos fue revelada progresivamente por Dios a su Pueblo. La esperanza en la resurrección corporal de los muertos se impuso como una consecuencia intrínseca de la fe en un Dios creador del hombre todo entero, alma y cuerpo. El creador del cielo y de la tierra es también Aquél que mantiene fielmente su Alianza con Abraham y su descendencia. En esta doble perspectiva comienza a expresarse la fe en la resurrección. En sus pruebas, los mártires Macabeos confiesan: “El Rey del mundo a nosotros que morimos por sus leyes, nos resucitará a una vida eterna (2M 7, 9). Es preferible morir a manos de los hombres con la esperanza que Dios otorga de ser resucitados de nuevo por él” (2M 7, 14. 29; Dn 12, 1-13). 

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