miércoles, 25 de septiembre de 2013
Jon 1, 3 Para huir a Tarsis, lejos de la presencia del Señor
3 Pero Jonás partió para huir a Tarsis, lejos de la
presencia del Señor. Bajó a Jope y encontró allí un barco que zarpaba hacia
Tarsis; pagó su pasaje y se embarcó para irse con ellos a Tarsis, lejos de la
presencia del Señor.
(C.I.C 28) De múltiples
maneras, en su historia, y hasta el día de hoy, los hombres han expresado a su
búsqueda de Dios por medio de sus creencias y sus comportamientos religiosos
(oraciones, sacrificios, cultos, meditaciones, etc.). A pesar de las
ambigüedades que pueden entrañar, estas formas de expresión son tan universales
que se puede llamar al hombre un ser
religioso: Dios “creó […], de un solo principio, todo el linaje humano,
para que habitase sobre toda la faz de la tierra y determinó con exactitud el
tiempo y los límites del lugar donde habían de habitar, con el fin de que
buscasen a Dios, para ver si a tientas le buscaban y le hallaban; por más que
no se encuentra lejos de cada uno de nosotros; pues en él vivimos, nos movemos
y existimos (Hch 17,26-28). (C.I.C 29) Pero
esta "unión íntima y vital con Dios" (Gaudium et spes, 19) puede ser olvidada, desconocida e incluso
rechazada explícitamente por el hombre. Tales actitudes pueden tener orígenes
muy diversos (cf. Gaudium et spes,
19-21): la rebelión contra el mal en el mundo, la ignorancia o la indiferencia
religiosas, los afanes del mundo y de las riquezas (cf. Mt 13, 22), el mal
ejemplo de los creyentes, las corrientes del pensamiento hostiles a la
religión, y finalmente esa actitud del hombre pecador que, por miedo, se oculta
de Dios (cf. Gn 3, 8-10) y huye ante su llamada (cf. Jn 1, 3).
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