martes, 1 de octubre de 2013
So 3, 14-15 El Rey de Israel, el Señor, está en medio de ti
14 ¡Grita de
alegría, hija de Sión! ¡Aclama, Israel! ¡Alégrate y regocíjate de todo corazón,
hija de Jerusalén! 15 El Señor ha retirado las sentencias que pesaban sobre ti
y ha expulsado a tus enemigos. El Rey de Israel, el Señor, está en medio de ti:
ya no temerás ningún mal.
(C.I.C 722) El Espíritu Santo preparó a María con su gracia. Convenía que fuese "llena de
gracia" la madre de Aquél en quien "reside toda la plenitud de la divinidad
corporalmente" (Col 2, 9). Ella fue concebida sin pecado, por pura gracia,
como la más humilde de todas las criaturas, la más capaz de acoger el don
inefable del Omnipotente. Con justa razón, el ángel Gabriel la saluda como la
"Hija de Sión": "Alégrate" (cf. So 3, 14; Za 2, 14). Cuando
ella lleva en sí al Hijo eterno, hace subir hasta el cielo con su cántico al
Padre, en el Espíritu Santo (cf. Lc 1, 46-55), la acción de gracias de todo el
Pueblo de Dios y, por tanto, de la Iglesia.
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