martes, 29 de octubre de 2013
8. ¿Cuáles son las sucesivas etapas de la Revelación de Dios?
(Compendio 8) Dios escogió a
Abram llamándolo a abandonar su tierra para hacer de él «el padre de una
multitud de naciones» (Gn 17, 5), y prometiéndole bendecir en él a «todas las
naciones de la tierra» (Gn 12,3). Los descendientes de Abraham serán los
depositarios de las promesas divinas hechas a los patriarcas. Dios forma a
Israel como su pueblo elegido, salvándolo de la esclavitud de Egipto, establece
con él la Alianza del Sinaí, y le da su Ley por medio de Moisés. Los Profetas
anuncian una radical redención del pueblo y una salvación que abrazará a todas
las naciones en una Alianza nueva y eterna. Del pueblo de Israel, de la estirpe
del rey David, nacerá el Mesías: Jesús.
Resumen
(C.I.C 72) Dios eligió a Abraham y
selló una alianza con él y su descendencia. De él formó a su pueblo, al que
reveló su ley por medio de Moisés. Lo preparó por los profetas para acoger la
salvación destinada a toda la humanidad.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 59) Para reunir a la
humanidad dispersa, Dios elige a Abraham llamándolo "fuera de su tierra,
de su patria y de su casa" (Gn 12,1), para hacer de él
"Abraham", es decir, "el padre de una multitud de naciones"
(Gn 17,5): "En ti serán benditas todas las naciones de la tierra" (Gn
12,3; cf. Gal 3,8). (C.I.C 60) El pueblo
nacido de Abraham será el depositario de la promesa hecha a los patriarcas, el
pueblo de la elección (cf. Rom 11,28), llamado a preparar la reunión un día de
todos los hijos de Dios en la unidad de la Iglesia (cf. Jn 11,52; 10, 16); ese
pueblo será la raíz en la que serán injertados los paganos hechos creyentes
(cf. Rom 11,17-18. 24). (C.I.C 61) Los
patriarcas, los profetas y otros personajes del Antiguo Testamento han sido y
serán siempre venerados como santos en todas las tradiciones litúrgicas de la
Iglesia. (C.I.C 62) Después de la etapa de los
patriarcas, Dios constituyó a Israel como su pueblo salvándolo de la esclavitud
de Egipto. Estableció con él la alianza del Sinaí y le dio por medio de Moisés
su Ley, para que lo reconociese y le sirviera como al único Dios vivo y
verdadero, Padre providente y juez justo, y para que esperase al Salvador
prometido (cf. Dei verbum, 3).
Para la reflexión
(C.I.C 63) Israel es el pueblo
sacerdotal de Dios (cf. Ex 19,6), “sobre el que es invocado el Nombre del
Señor" (Dt 28,10). Es el pueblo de aquellos "a quienes Dios habló
primero" (Viernes Santo, Pasión y
Muerte del Señor, Oración universal VI, Misal Romano), el pueblo de los
"hermanos mayores" en la fe de Abraham (Juan Pablo II, Discurso en la sinagoga ante la comunidad
ebrea de Roma (13 de abril 1970), 4). (C.I.C 64) Por los profetas, Dios forma a su pueblo en la esperanza de la
salvación, en la espera de una Alianza nueva y eterna destinada a todos los
hombres (cf. Is 2,2-4), y que será grabada en los corazones (cf. Jr 31,31-34;
Hb 10,16). Los profetas anuncian una redención radical del pueblo de Dios, la
purificación de todas sus infidelidades (cf. Ez 36), una salvación que incluirá
a todas las naciones (cf. Is 49,5-6; 53,11). Serán sobre todo los pobres y los
humildes del Señor (cf. So 2,3) quienes mantendrán esta esperanza. Las mujeres
santas como Sara, Rebeca, Raquel, Miriam, Débora, Ana, Judit y Ester
conservaron viva la esperanza de la salvación de Israel. De ellas la figura más
pura de esta esperanza es María (cf. Lc 1,38).
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