sábado, 26 de octubre de 2013
5. ¿Cómo se puede hablar de Dios?
(Compendio 5) Se puede hablar de Dios a todos y con
todos, partiendo de las perfecciones del hombre y las demás criaturas, las
cuales son un reflejo, si bien limitado, de la infinita perfección de Dios. Sin
embargo, es necesario purificar continuamente nuestro lenguaje de todo lo que
tiene de fantasioso e imperfecto, sabiendo bien que nunca podrá expresar
plenamente el infinito misterio de Dios.
Resumen
(C.I.C 48) Nosotros podemos
realmente nombrar a Dios partiendo de las múltiples perfecciones de las
criaturas, semejanzas del Dios infinitamente perfecto, aunque nuestro lenguaje
limitado no agote su misterio. (C.I.C 49)
"Sin el Creador la criatura se […] diluye" (Gaudium et spes, 36). He aquí por qué los creyentes saben que son
impulsados por el amor de Cristo a llevar la luz del Dios vivo a los que no le
conocen o le rechazan. 48-49
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 39) Al defender la
capacidad de la razón humana para conocer a Dios, la Iglesia expresa su
confianza en la posibilidad de hablar de Dios a todos los hombres y con todos
los hombres. Esta convicción está en la base de su diálogo con las otras
religiones, con la filosofía y las ciencias, y también con los no creyentes y
los ateos. (C.I.C 40) Puesto que nuestro
conocimiento de Dios es limitado, nuestro lenguaje sobre Dios lo es también. No
podemos nombrar a Dios sino a partir de las criaturas, y según nuestro modo
humano limitado de conocer y de pensar. (C.I.C 41)
Todas las criaturas poseen una cierta semejanza con Dios, muy especialmente el
hombre creado a imagen y semejanza de Dios. Las múltiples perfecciones de las
criaturas (su verdad, su bondad, su belleza) reflejan, por tanto, la perfección
infinita de Dios. Por ello, podemos nombrar a Dios a partir de las perfecciones
de sus criaturas, "pues de la grandeza y hermosura de las criaturas se
llega, por analogía, a contemplar a su Autor" (Sb 13,5). 39 40 41
Para la reflexión
(C.I.C 42) Dios transciende toda
criatura. Es preciso, pues, purificar sin cesar nuestro lenguaje de todo lo que
tiene de limitado, de expresión por medio de imágenes, de imperfecto, para no
confundir al Dios “que está por encima de todo nombre y de todo entendimiento,
el invisible y fuera de todo alcance” (Liturgia
bizantina. Anáfora de San Juan Crisóstomo: PG 63, 915) con nuestras
representaciones humanas. Nuestras palabras humanas quedan siempre más acá del
Misterio de Dios. (C.I.C 43) Al hablar así de
Dios, nuestro lenguaje se expresa ciertamente de modo humano, pero capta
realmente a Dios mismo, sin poder, no obstante, expresarlo en su infinita
simplicidad. Es preciso recordar, en efecto, que "entre el Creador y la
criatura no se puede señalar una semejanza tal que la diferencia entre ellos no
sea mayor todavía" (Concilio Lateranense IV: DS 806), y que "nosotros
no podemos captar de Dios lo que él es, sino solamente lo que no es, y cómo los
otros seres se sitúan con relación a él" (Santo Tomás de Aquino, Summa contra gentiles, 1, 30). 42-43
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario