martes, 22 de octubre de 2013
2. ¿Por qué late en el hombre el deseo de Dios?
(Compendio 2) Dios mismo, al crear al hombre a su propia
imagen, inscribió en el corazón de éste el deseo de verlo. Aunque el hombre a
menudo ignore tal deseo, Dios no cesa de atraerlo hacia sí, para que viva y
encuentre en Él aquella plenitud de verdad y felicidad a la que aspira sin
descanso. En consecuencia, el hombre, por naturaleza y vocación, es un ser esencialmente
religioso, capaz de entrar en comunión con Dios. Esta íntima y vital relación
con Dios otorga al hombre su dignidad fundamental.
Resumen
(C.I.C 44) El hombre es por
naturaleza y por vocación un ser religioso. Viniendo de Dios y yendo hacia
Dios, el hombre no vive una vida plenamente humana si no vive libremente su
vínculo con Dios. (C.I.C 45) El hombre está
hecho para vivir en comunión con Dios, en quien encuentra su dicha."Cuando
yo me adhiera a ti con todo mi ser, no habrá ya para mi penas ni pruebas, y mi vida,
toda llena de ti, será plena" (san Agustín, Confessiones 10, 28, 39: PL 32, 795).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 27) El deseo de Dios está
inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y
para Dios; y Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí, y sólo en Dios
encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar: “La razón más
alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la comunión con
Dios. El hombre es invitado al diálogo con Dios desde su nacimiento; pues no
existe sino porque, creado por Dios por amor, es conservado siempre por amor; y
no vive plenamente según la verdad si no reconoce libremente aquel amor y se
entrega a su Creador” (Gaudium et spes,
19). (C.I.C 28) De múltiples maneras, en su
historia, y hasta el día de hoy, los hombres han expresado a su búsqueda de
Dios por medio de sus creencias y sus comportamientos religiosos (oraciones,
sacrificios, cultos, meditaciones, etc.). A pesar de las ambigüedades que
pueden entrañar, estas formas de expresión son tan universales que se puede
llamar al hombre un ser religioso: Dios
“creó […], de un solo principio, todo el linaje humano, para que habitase sobre
toda la faz de la tierra y determinó con exactitud el tiempo y los límites del
lugar donde habían de habitar, con el fin de que buscasen a Dios, para ver si a
tientas le buscaban y le hallaban; por más que no se encuentra lejos de cada
uno de nosotros; pues en él vivimos, nos movemos y existimos (Hch 17,26-28).
Para la reflexión
(C.I.C 29) Pero esta "unión
íntima y vital con Dios" (Gaudium et
spes, 19) puede ser olvidada, desconocida e incluso rechazada explícitamente
por el hombre. Tales actitudes pueden tener orígenes muy diversos (cf. Gaudium et spes, 19-21): la rebelión
contra el mal en el mundo, la ignorancia o la indiferencia religiosas, los
afanes del mundo y de las riquezas (cf. Mt 13, 22), el mal ejemplo de los
creyentes, las corrientes del pensamiento hostiles a la religión, y finalmente
esa actitud del hombre pecador que, por miedo, se oculta de Dios (cf. Gn 3, 8-10)
y huye ante su llamada (cf. Jn 1, 3). (C.I.C 30)
"Alégrese el corazón de los que buscan a Dios" (Sal 105,3). Si el
hombre puede olvidar o rechazar a Dios, Dios no cesa de llamar a todo hombre a
buscarle para que viva y encuentre la dicha. Pero esta búsqueda exige del
hombre todo el esfuerzo de su inteligencia, la rectitud de su voluntad,
"un corazón recto", y también el testimonio de otros que le enseñen a
buscar a Dios. “Tú eres grande, Señor, y muy digno de alabanza: grande es tu
poder, y tu sabiduría no tiene medida. Y el hombre, pequeña parte de tu
creación, pretende alabarte, precisamente el hombre que, revestido de su
condición mortal, lleva en sí el testimonio de su pecado y el testimonio de que
tú resistes a los soberbios. A pesar de todo, el hombre, pequeña parte de tu
creación, quiere alabarte. Tú mismo le incitas a ello, haciendo que encuentre
sus delicias en tu alabanza, porque nos has hecho para ti y nuestro corazón
está inquieto mientras no descansa en ti” (San Agustín, Confessiones, 1,1,1: PL 32, 559-661).
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