viernes, 11 de octubre de 2013
Za 14, 8 Aquel día, saldrán de Jerusalén aguas vivas
8 Aquel día, saldrán de Jerusalén aguas vivas, la mitad
hacia el mar oriental y la otra mitad hacia el mar occidental, tanto en verano
como en invierno.
(C.I.C 694) El
agua. El simbolismo del agua es significativo de la acción del Espíritu
Santo en el Bautismo, ya que, después de la invocación del Espíritu Santo, ésta
se convierte en el signo sacramental eficaz del nuevo nacimiento: del mismo
modo que la gestación de nuestro primer nacimiento se hace en el agua, así el
agua bautismal significa realmente que nuestro nacimiento a la vida divina se
nos da en el Espíritu Santo. Pero "bautizados […] en un solo
Espíritu", también "hemos bebido de un solo Espíritu"(1Co 12,
13): el Espíritu es, pues, también personalmente el Agua viva que brota de
Cristo crucificado (cf. Jn 19, 34; 1Jn 5, 8) como de su manantial y que en
nosotros brota en vida eterna (cf. Jn 4, 10-14; 7, 38; Ex 17, 1-6; Is 55, 1; Za
14, 8; 1Co 10, 4; Ap 21, 6; 22, 17).
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