lunes, 21 de octubre de 2013
¿Cuál es el designio de Dios para el hombre?
(Compendio 1) Dios,
infinitamente perfecto y bienaventurado en sí mismo, en un designio de pura
bondad ha creado libremente al hombre para hacerle partícipe de su vida
bienaventurada. En la plenitud de los tiempos, Dios Padre envió a su Hijo como
Redentor y Salvador de los hombres caídos en el pecado, convocándolos en su
Iglesia, y haciéndolos hijos suyos de adopción por obra del Espíritu Santo y
herederos de su eterna bienaventuranza.
«Tú eres grande, Señor, y muy digno de alabanza (…). Nos has hecho
para ti y nuestro corazón está inquieto mientras no descansa en ti» (San
Agustín).
Resumen
(C.I.C 68) Por amor, Dios se ha
revelado y se ha entregado al hombre. De este modo da una respuesta definitiva
y sobreabundante a las cuestiones que el hombre se plantea sobre el sentido y
la finalidad de su vida.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1) Dios, infinitamente perfecto y bienaventurado en
sí mismo, en un designio de pura bondad ha creado libremente al hombre para hacerle
partícipe de su vida bienaventurada. Por eso, en todo tiempo y en todo lugar, se
hace cercano al hombre: le llama y le ayuda a buscarle, a conocerle y a amarle
con todas sus fuerzas. Convoca a todos los hombres, que el pecado dispersó, a
la unidad de su familia, la Iglesia. Para lograrlo, llegada la plenitud de los
tiempos, envió su Hijo como Redentor y Salvador. En Él
y por Él, llama a los hombres a ser, en el
Espíritu Santo, sus hijos de adopción, y por tanto los herederos de su vida
bienaventurada. (C.I.C 2) Para que esta llamada resonara en toda la
tierra, Cristo envió a los apóstoles que había escogido, dándoles el mandato de
anunciar el evangelio: "Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes
bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y
enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y sabed que yo estoy con
vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28,19-20). Fortalecidos
con esta misión, los Apóstoles "salieron a predicar por todas partes,
colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la
acompañaban" (Mc 16,20).
Para la reflexión
(C.I.C 3) Quienes con la ayuda de Dios han acogido el
llamamiento de Cristo y han respondido libremente a ella, se sienten por su
parte urgidos por el amor de Cristo a anunciar por todas partes en el mundo la
Buena Nueva. Este tesoro recibido de los Apóstoles ha sido guardado fielmente
por sus sucesores. Todos los fieles de Cristo son llamados a transmitirlo de
generación en generación, anunciando la fe, viviéndola en la comunión fraterna
y celebrándola en la liturgia y en la oración (cf. Hch 2,42).
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario