jueves, 17 de octubre de 2013
Ml 2, 16-17 Tengan cuidado, entonces, de su espíritu y no traicionen
16 Porque si
alguien repudia por aversión, cubre su ropa de violencia, dice el Señor de los
ejércitos, el Dios de Israel. Tengan cuidado, entonces, de su espíritu y no
traicionen. 17 Ustedes cansan al Señor con sus palabras, y dicen: «¿En qué lo
cansamos?». Cuando ustedes dicen: «Todo el que obra mal es bien visto por el
Señor, y él se complace en ello» o también: «¿Dónde está el Dios de la
justicia?».
(C.I.C 1614) En su
predicación, Jesús enseñó sin ambigüedad el sentido original de la unión del
hombre y la mujer, tal como el Creador la quiso al comienzo: la autorización,
dada por Moisés, de repudiar a su mujer era una concesión a la dureza del
corazón (cf. Mt 19,8); la unión matrimonial del hombre y la mujer es
indisoluble: Dios mismo la estableció: "lo que Dios unió, que no lo separe
el hombre" (Mt 19,6). trimonio en
la dimensión nueva del Reino de Dios. Siguiendo a Cristo, renunciando a sí
mismos, tomando sobre sí sus cruces (cf. Mt 8,34), los esposos podrán
"comprender" (cf. Mt 19,11) el sentido original del matrimonio y
vivirlo con la ayuda de Cristo. Esta gracia del Matrimonio cristiano es un
fruto de la Cruz de Cristo, fuente de toda la vida cristiana.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario