sábado, 28 de abril de 2012
Gn 4,3-7 El pecado está agazapado a la puerta
3 Al cabo de un tiempo, Caín presentó como ofrenda al
Señor algunos frutos del suelo, 4 mientras que Abel le ofreció las primicias y
lo mejor de su rebaño. El Señor miró con agrado a Abel y su ofrenda, 5 pero no
miró a Caín ni su ofrenda. Caín se mostró muy resentido y agachó la cabeza. 6
El Señor le dijo: «¿Por qué estás resentido y tienes la cabeza baja? 7 Si obras
bien podrás mantenerla erguida; si obras mal, el pecado está agazapado a la
puerta y te acecha, pero tú debes dominarlo».
(C.I.C 2358) Un número apreciable de hombres y mujeres
presentan tendencias homosexuales instintivas. No eligen su condición
homosexual; ésta constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba.
Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a
ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a
realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al
sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa
de su condición. (C.I.C 2359) Las personas homosexuales están llamadas a la
castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad
interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la
oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y
resueltamente a la perfección cristiana.
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