martes, 17 de abril de 2012
Gn 3,14 Te arrastrarás sobre tu vientre
14 Y el Señor Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho
esto, maldita seas entre todos los animales domésticos y entre todos los
animales del campo. Te arrastrarás sobre tu vientre, y comerás polvo todos los
días de tu vida.
(C.I.C 414) Satán o el diablo y los otros demonios son
ángeles caídos por haber rechazado libremente servir a Dios y su designio. Su
opción contra Dios es definitiva. Intentan asociar al hombre en su rebelión
contra Dios. (C.I.C 395) Sin embargo, el poder de Satán no es infinito. No es
más que una criatura, poderosa por el hecho de ser espíritu puro, pero siempre
criatura: no puede impedir la edificación del Reino de Dios. Aunque Satán actúe
en el mundo por odio contra Dios y su Reino en Jesucristo, y aunque su acción
cause graves daños -de naturaleza espiritual e indirectamente incluso de
naturaleza física- en cada hombre y en la sociedad, esta acción es permitida
por la divina providencia que con fuerza y dulzura dirige la historia del
hombre y del mundo. El que Dios permita la actividad diabólica es un gran
misterio, pero "nosotros sabemos que en todas las cosas interviene Dios
para bien de los que le aman" (Rm 8,28). (C.I.C 389) La doctrina del
pecado original es, por así decirlo, "el reverso" de la Buena Nueva
de que Jesús es el Salvador de todos los hombres, que todos necesitan salvación
y que la salvación es ofrecida a todos gracias a Cristo. La Iglesia, que tiene
el sentido de Cristo (cf. 1 Cor 2,16) sabe bien que no se puede lesionar la
revelación del pecado original sin atentar contra el Misterio de Cristo.
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