miércoles, 25 de abril de 2012
Gn 3,24 Para custodiar el acceso al árbol de la vida
24 Y después de expulsar al hombre, puso al oriente del
jardín de Edén a los querubines y la llama de la espada zigzagueante, para
custodiar el acceso al árbol de la vida.
(C.I.C 350) Los
ángeles son criaturas espirituales que glorifican a Dios sin cesar y que sirven
sus designios salvíficos con las otras criaturas: "Ad omnia bona nostra cooperantur angeli" ("Los ángeles
cooperan en toda obra buena que hacemos") (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 1, 114, 3, ad 3).
(C.I.C 351) Los ángeles rodean a Cristo, su Señor. Le sirven particularmente en
el cumplimiento de su misión salvífica para con los hombres. (C.I.C 352) La
Iglesia venera a los ángeles que la ayudan en su peregrinar terrestre y
protegen a todo ser humano. (C.I.C 309) Si Dios Padre todopoderoso, Creador del
mundo ordenado y bueno, tiene cuidado de todas sus criaturas, ¿por qué existe
el mal? A esta pregunta tan apremiante como inevitable, tan dolorosa como
misteriosa no se puede dar una respuesta simple. El conjunto de la fe cristiana
constituye la respuesta a esta pregunta: la bondad de la creación, el drama del
pecado, el amor paciente de Dios que sale al encuentro del hombre con sus
Alianzas, con la Encarnación redentora de su Hijo, con el don del Espíritu, con
la congregación de la Iglesia, con la fuerza de los sacramentos, con la llamada
a una vida bienaventurada que las criaturas son invitadas a aceptar libremente,
pero a la cual, también libremente, por un misterio terrible, pueden negarse o
rechazar. No hay un rasgo del mensaje
cristiano que no sea en parte una respuesta a la cuestión del mal. (C.I.C 310)
Pero ¿por qué Dios no creó un mundo tan perfecto que en él no pudiera existir
ningún mal? En su poder Infinito, Dios podría siempre crear algo mejor (cf. Santo
Tomás de Aquino, Summa theologiae, I,
25, 6). Sin embargo, en su sabiduría y bondad infinitas, Dios quiso libremente
crear un mundo "en estado de vía" hacia su perfección última. Este
devenir trae consigo en el designio de Dios, junto con la aparición de ciertos
seres, la desaparición de otros; junto con lo más perfecto lo menos perfecto;
junto con las construcciones de la naturaleza también las destrucciones. Por
tanto, con el bien físico existe también el
mal físico, mientras la creación no haya alcanzado su perfección (cf. Santo
Tomás de Aquino, Summa contra gentiles,
3, 71).
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