viernes, 13 de abril de 2012
Gn 3,4-5 Serán como dioses
4 La serpiente dijo a la mujer: «No, no morirán. 5
Dios sabe muy bien que cuando ustedes coman de ese árbol, se les abrirán los
ojos y serán como dioses, conocedores del bien y del mal».
(C.I.C 397) El
hombre, tentado por el diablo, dejó morir en su corazón la confianza hacia su
creador (cf. Gn 3,1-11) y, abusando de su libertad, desobedeció al mandamiento de Dios. En esto consistió el primer
pecado del hombre (cf. Rm 5,19). En adelante, todo pecado será una
desobediencia a Dios y una falta de confianza en su bondad. (C.I.C 398) En este
pecado, el hombre se prefirió a sí mismo en lugar de Dios, y por ello despreció
a Dios: hizo elección de sí mismo contra Dios, contra las exigencias de su
estado de criatura y, por tanto, contra su propio bien. El hombre, constituido
en un estado de santidad, estaba destinado a ser plenamente "divinizado"
por Dios en la gloria. Por la seducción del diablo quiso "ser como
Dios" (cf. Gn 3,5), pero "sin Dios, antes que Dios y no según
Dios" (San Máximo Confesor, Ambiguorum
liber: PG 91, 1156). (C.I.C 392) La Escritura habla de un pecado de estos ángeles (2P 2,4). Esta
"caída" consiste en la elección libre de estos espíritus creados que rechazaron radical e irrevocablemente a
Dios y su Reino. Encontramos un reflejo de esta rebelión en las palabras del
tentador a nuestros primeros padres: "Seréis como dioses" (Gn 3,5).
El diablo es "pecador desde el principio" (1Jn 3,8), "padre de
la mentira" (Jn 8,44). (C.I.C 393) Es el carácter irrevocable de su elección, y no un defecto de la infinita
misericordia divina lo que hace que el pecado de los ángeles no pueda ser
perdonado. "No hay arrepentimiento para ellos después de la caída, como no
hay arrepentimiento para los hombres después de la muerte" (San Juan
Damasceno, Expositio fidei, 18 [De fide orthodoxa 2,4]: PG 94, 877).
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