viernes, 20 de abril de 2012
Gn 3,17-18 Con fatiga sacarás de él tu alimento
17 Y dijo al hombre: «Porque hiciste caso a tu mujer y
comiste del árbol que yo te prohibí, maldito sea el suelo por tu culpa. Con
fatiga sacarás de él tu alimento todos los días de tu vida. 18 El te producirá
cardos y espinas y comerás la hierba del campo.
(C.I.C 386) El pecado
está presente en la historia del hombre: sería vano intentar ignorarlo o dar a
esta oscura realidad otros nombres. Para intentar comprender lo que es el
pecado, es preciso en primer lugar reconocer el vínculo profundo del hombre con Dios, porque fuera de esta
relación, el mal del pecado no es desenmascarado en su verdadera identidad de
rechazo y oposición a Dios, aunque continúe pesando sobre la vida del hombre y
sobre la historia. (C.I.C 387) La realidad del pecado, y más particularmente del
pecado de los orígenes, sólo se esclarece a la luz de la Revelación divina. Sin
el conocimiento que ésta nos da de Dios no se puede reconocer claramente el
pecado, y se siente la tentación de explicarlo únicamente como un defecto de
crecimiento, como una debilidad psicológica, un error, la consecuencia
necesaria de una estructura social inadecuada, etc. Sólo en el conocimiento del
designio de Dios sobre el hombre se comprende que el pecado es un abuso de la
libertad que Dios da a las personas creadas para que puedan amarle y amarse
mutuamente.
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