jueves, 12 de abril de 2012
Gn 3,1-3 No coman de él ni lo toquen
1 La serpiente era el más astuto de todos los animales
del campo que el Señor Dios había hecho, y dijo a la mujer: «¿Así que Dios les
ordenó que no comieran de ningún árbol del jardín?». 2 La mujer le respondió:
«Podemos comer los frutos de todos los árboles del jardín. 3 Pero respecto del
árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho: «No coman de él ni lo
toquen, porque de lo contrario quedarán sujetos a la muerte».
(C.I.C 390) El relato
de la caída (Gn 3) utiliza un lenguaje hecho de imágenes, pero afirma un
acontecimiento primordial, un hecho que tuvo lugar al comienzo de la historia del hombre (cf. Gaudium et spes, 13). La Revelación nos da la certeza de fe de que
toda la historia humana está marcada por el pecado original libremente cometido
por nuestros primeros padres (cf. Concilio de Trento: DS 1513; Pío XII: DS
3897; Pablo VI, Discurso a los
participantes en el Congreso de teólogos y expertos sobre el pecado original
(11 Julio 1966). (C.I.C 391) Detrás de la elección desobediente de nuestros
primeros padr es se halla una voz seductora, opuesta a Dios (cf. Gn 3,1-5) que,
por envidia, los hace caer en la muerte (cf. Sb 2,24). La Escritura y la
Tradición de la Iglesia ven en este ser un ángel caído, llamado Satán o diablo
(cf. Jn 8,44; Ap 12,9). La Iglesia enseña que primero fue un ángel bueno,
creado por Dios. Diabolus enim et alii
daemones a Deo quidem natura creati sunt boni, sed ipsi per se facti sunt mali
("El diablo y los otros demonios fueron creados por Dios con una
naturaleza buena, pero ellos se hicieron a sí mismos malos") (IV Concilio
de Letrán (año 1215): DS 800).
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