lunes, 23 de abril de 2012
Gn 3,21-22 El hombre ha llegado a ser como uno de nosotros
21 El Señor Dios hizo al hombre y a su mujer unas
túnicas de pieles y los vistió. 22 Después el Señor Dios dijo: «El hombre ha
llegado a ser como uno de nosotros en el conocimiento del bien y del mal. No
vaya a ser que ahora extienda su mano, tome también del árbol de la vida, coma
y viva para siempre».
(C.I.C 388) Con el desarrollo de la Revelación se va
iluminando también la realidad del pecado. Aunque el Pueblo de Dios del Antiguo
Testamento conoció de alguna manera la condición humana a la luz de la historia
de la caída narrada en el Génesis, no podía alcanzar el significado último de
esta historia que sólo se manifiesta a la luz de la muerte y de la resurrección
de Jesucristo (cf. Rm 5,12-21). Es preciso conocer a Cristo como fuente de la
gracia para conocer a Adán como fuente del pecado. El Espíritu-Paráclito,
enviado por Cristo resucitado, es quien vino "a convencer al mundo en lo
referente al pecado" (Jn 16,8) revelando al que es su Redentor. (C.I.C 314)
Creemos firmemente que Dios es el Señor del mundo y de la historia. Pero los
caminos de su providencia nos son con frecuencia desconocidos. Sólo al final,
cuando tenga fin nuestro conocimiento parcial, cuando veamos a Dios "cara
a cara" (1Co 13, 12), nos serán plenamente conocidos los caminos por los
cuales, incluso a través de los dramas del mal y del pecado, Dios habrá
conducido su creación hasta el reposo de ese Sabbat (cf. Gn 2, 2) definitivo, en vista del cual creó el cielo y
la tierra.
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