domingo, 25 de febrero de 2018
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 271.
(Respuesta
YouCat) Lo que la Iglesia es en lo grande, es la familia en lo pequeño: una
imagen del amor de Dios en la comunión de las personas. Todo matrimonio se
perfecciona en la apertura a otros, a los niños que son don de Dios, en la
acogida mutua, en la hospitalidad, en la disponibilidad para otros.
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 1655)
Cristo quiso nacer y crecer en el seno de la Sagrada Familia de José y de
María. La Iglesia no es otra cosa que la "familia de Dios". Desde sus
orígenes, el núcleo de la Iglesia estaba a menudo constituido por los que,
"con toda su casa", habían llegado a ser creyentes (Cf. Hch 18,8).
Cuando se convertían deseaban también que se salvase "toda su casa"
(Cf. Hch 16,31; 11,14). Estas familias convertidas eran islas de vida cristiana
en un mundo no creyente.
Para meditar
(Comentario YouCat) Nada en la
Iglesia primitiva fascinaba más a los hombres en el «nuevo camino» de los
cristianos que las «iglesias domésticas». Con frecuencia alguien «creyó en el
Señor con toda su familia; también otros muchos corintios...creían y se
bautizaban» (Hch 18,8). En un mundo no creyente surgían islotes de fe vivida,
lugares de oración, de compartir, de hospitalidad cordial. Roma, Corinto,
Antioquía, las grandes ciudades de la Antigüedad, quedaron pronto inundadas de
iglesias domésticas como si fueran puntos de luz. También hoy en día las
familias, en las que Cristo se encuentra en su casa, son el gran fermento de
renovación de nuestra sociedad.
(Comentario CIC) (C.I.C 1656) En nuestros
días, en un mundo frecuentemente extraño e incluso hostil a la fe, las familias
creyentes tienen una importancia primordial en cuanto faros de una fe viva e
irradiadora. Por eso el Concilio Vaticano II llama a la familia, con una
antigua expresión, Ecclesia domestica
(Lumen gentium, 11; Cf. Familiaris
consortio, 21). En el seno de la familia, "los padres han de ser para
sus hijos los primeros anunciadores de la fe con su palabra y con su ejemplo, y
han de fomentar la vocación personal de cada uno y, con especial cuidado, la vocación
a la vida consagrada" (Lumen
gentium, 11).
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