martes, 6 de febrero de 2018
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 262.
(Respuesta
YouCat – repeticion) Para que haya matrimonio sacramental se requieren
necesariamente tres elementos: a) el consentimiento expresado en libertad, b)
la aceptación de una unión exclusiva y para toda la vida y c) la apertura a los
hijos. Pero lo más profundo en un matrimonio cristiano es la conciencia de la
pareja de ser una imagen viva del amor entre Cristo y su Iglesia.
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 1649)
Existen, sin embargo, situaciones en que la convivencia matrimonial se hace
prácticamente imposible por razones muy diversas. En tales casos, la Iglesia
admite la separación física de los
esposos y el fin de la cohabitación. Los esposos no cesan de ser marido y mujer
delante de Dios; ni son libres para contraer una nueva unión. En esta situación
difícil, la mejor solución sería, s i es posible, la reconciliación. La
comunidad cristiana está llamada a ayudar a estas personas a vivir
cristianamente su situación en la fidelidad al vínculo de su matrimonio que
permanece indisoluble (Cf. Familiaris
consortio, 84; CIC, cánones 1151-1155).
Para meditar
(Comentario YouCat) La
exigencia de la unidad y La indisolubilidad se dirige en primer lugar contra la
poligamia, en la que el cristianismo ve una clara vulneración del amor y de los
derechos humanos; también se dirige contra lo que se podría denominar
«poligamia sucesiva»: una sucesión de relaciones amorosas no vinculantes, que
no alcanzan un único y gran «sí» que ya no se puede echar atrás. La exigencia
de la fidelidad conyugal contiene la disposición a un compromiso para toda la
vida, que excluye relaciones amorosas al margen del matrimonio. La exigencia de
la apertura a la fecundidad quiere decir que un matrimonio cristiano está
abierto a los hijos que Dios les quiera conceder. Las parejas que no pueden
tener hijos están llamadas a ser «fecundas» de otra manera. Un matrimonio en
cuya celebración se excluya cualquiera de estos elementos no es válido.
(Comentario CIC) (C.I.C 1651) Respecto a
los cristianos que viven en esta situación y que con frecuencia conservan la fe
y desean educar cristianamente a sus hijos, los sacerdotes y toda la comunidad
deben dar prueba de una atenta solicitud, a fin de aquellos no se consideren
como separados de la Iglesia, de cuya vida pueden y deben participar en cuanto
bautizados: “Exhórteseles a escuchar la Palabra de Dios, a frecuentar el
sacrificio de la misa, a perseverar en la oración, a incrementar las obras de
caridad y las iniciativas de la comunidad en favor de la justicia, a educar sus
hijos en la fe cristiana, a cultivar el espíritu y las obras de penitencia para
implorar de este modo, día a día, la gracia de Dios” (Familiaris consortio, 84).
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