sábado, 14 de mayo de 2016

Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 38. Parte II.



YOUCAT Pregunta n. 38. – Parte II. ¿Quién es el «Espíritu Santo»?


(Respuesta YouCat – repeticion) El Espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima Trinidad y de la misma naturaleza divina del Padre y del Hijo.    

Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 245) La fe apostólica relativa al Espíritu fue confesada por el segundo Concilio ecuménico en el año 381 en Constantinopla: "Creemos en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre" (Símbolo Niceno-Constantinopolitano: DS 150). La Iglesia reconoce así al Padre como "la fuente y el origen de toda la divinidad" (VI Concilio de Toledo, (año 638): DS 490). Sin embargo, el origen eterno del Espíritu Santo está en conexión con el del Hijo: "El Espíritu Santo, que es la tercera persona de la Trinidad, es Dios, uno e igual al Padre y al Hijo, de la misma substancia y también de la misma naturaleza […] por eso, no se dice que es sólo el Espíritu del Padre, sino a la vez el espíritu del Padre y del Hijo" (XI Concilio de Toledo, (año 675): DS 527). El Credo del Concilio de Constantinopla (año 381) confiesa: "Con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria" (Símbolo Niceno-Constantinopolitano: DS 150).     

Para meditar    

(Comentario YouCat) Cuando descubrimos la realidad de Dios en nosotros, entramos en contacto con la acción del Espíritu Santo. Dios «envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo» (Gal 4,6), para que nos llene completamente. En el Espíritu Santo el cristiano encuentra una alegría profunda, la paz interior y la libertad. «Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud para recaer en el temor, sino que habéis recibido un Espíritu de hijos de adopción, en el que clamamos: ¡Abbá, Padre!» (Rom 8,15b). En el Espíritu Santo, que hemos recibido en el Bautismo y la Confirmación podemos llamar a Dios «Padre».    

(Comentario CIC) (C.I.C 117) El sentido espiritual. Gracias a la unidad del designio de Dios, no solamente el texto de la Escritura, sino también las realidades y los acontecimientos de que habla pueden ser signos. 1. El sentido alegórico. Podemos adquirir una comprensión más profunda de los acontecimientos reconociendo su significación en Cristo; así, el paso del Mar Rojo es un signo de la victoria de Cristo y por ello del Bautismo (cf. 1Cor 10,2). 2. El sentido moral. Los acontecimientos narrados en la Escritura pueden conducirnos a un obrar justo. Fueron escritos "para nuestra instrucción" (1Cor 10,11; cf. Hb 3-4,11). 3. El sentido anagógico. Podemos ver realidades y acontecimientos en su significación eterna, que nos conduce (en griego: "anagoge") hacia nuestra Patria. Así, la Iglesia en la tierra es signo de la Jerusalén celeste (cf. Ap 21,1-22,5). (C.I.C 118) Un dístico medieval resume la significación de los cuatro sentidos: "Littera gesta docet, quid credas allegoria, Moralis quid agas, quo tendas anagogia" (Agustín de Dacia, Rotulus pugillaris, I: ed. A. Walz: Angelicum 6 (1929), 256). (C.I.C 203) A su pueblo Israel Dios se reveló dándole a conocer su Nombre. El nombre expresa la esencia, la identidad de la persona y el sentido de su vida. Dios tiene un nombre. No es una fuerza anónima. Comunicar su nombre es darse a conocer a los otros. Es, en cierta manera, comunicarse a sí mismo haciéndose accesible, capaz de ser más íntimamente conocido y de ser invocado personalmente.     
 
(Continua la Pregunta: ¿Quién es el «Espíritu Santo»?)  

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