miércoles, 11 de mayo de 2016
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 37. Parte V.
(Respuesta YouCat – repeticion) Veneramos a
Dios como padre por el hecho de que es el Creador y cuida con amor de sus
criaturas. Jesús, el Hijo de Dios, nos ha enseñado además a considerar a su
Padre como nuestro Padre y a dirigirnos a él como «Padre nuestro».
Reflecciones y puntos a
profundizar (Comentario
CIC) (C.I.C 524) Al celebrar anualmente la liturgia de Adviento, la
Iglesia actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga preparación
de la primera venida del Salvador, los fieles renuevan el ardiente deseo de su
segunda Venida (cf. Ap 22, 17). Celebrando la natividad y el martirio del
Precursor, la Iglesia se une al deseo de éste: "Es preciso que El crezca y
que yo disminuya" (Jn 3, 30). (C.I.C 525) Jesús nació en la humildad de un
establo, de una familia pobre (cf. Lc 2, 6-7); unos sencillos pastores son los
primeros testigos del acontecimiento. En esta pobreza se manifiesta la gloria
del cielo (cf. Lc 2, 8-20). La Iglesia no se cansa de cantar la gloria de esta
noche: “Hoy la Virgen da a luz al Transcendente. Y la tierra ofrece una cueva al
Inaccesible. Los ángeles y los pastores le alaban. Los magos caminan con la
estrella: Porque ha nacido por nosotros, Niño pequeñito el Dios eterno” (San
Romano Melodo, Kontakion, 10, In diem Nativitatis Christi,
Proemium).
Para meditar
(Comentario YouCat) Muchas
religiones anteriores al cristianismo conocen ya el trato a Dios como «Padre».
Ya antes de Jesús se hablaba en Israel de Dios como el Padre (Dt 32,6; Mal
2,10) y se sabía que es también como una madre (Is 66,13). El padre y la madre
son en la experiencia humana la representación del origen y la autoridad, de
aquello que protege y sostiene. Jesús nos muestra de qué modo es Dios realmente
Padre: «Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Jn 14,9). En la parábola
del hijo pródigo, Jesús responde al deseo más hondo que el ser humano tiene de
un Padre misericordioso.
(Comentario CIC) (C.I.C 526) "Hacerse niño" con
relación a Dios es la condición para entrar en el Reino (cf. Mt 18, 3-4); para
eso es necesario abajarse (cf. Mt 23, 12), hacerse pequeño; más todavía: es
necesario "nacer de lo alto" (Jn 3,7), "nacer de Dios" (cf.
Jn 1, 13) para "hacerse hijos de Dios" (cf. Jn 1, 12). El Misterio de
Navidad se realiza en nosotros cuando Cristo "toma forma" en nosotros
(cf. Ga 4, 19). Navidad es el Misterio de este "admirable
intercambio": “¡Oh admirable intercambio! El Creador del género humano,
tomando cuerpo y alma, nace de una Virgen y, hecho hombre sin concurso de
varón, nos da parte en su divinidad (Solemnidad de la Santísima Virgen
María, Madre de Dios, Antífona de I y II Vísperas: Liturgia de la Horas,
v. 1). (C.I.C 527) La Circuncisión de Jesús, al octavo día de su
nacimiento (cf. Lc 2, 21) es señal de su inserción en la descendencia de
Abraham, en el pueblo de la Alianza, de su sometimiento a la Ley (cf. Ga 4, 4)
y de su consagración al culto de Israel en el que participará durante toda su
vida. Este signo prefigura "la circuncisión en Cristo" que es el
Bautismo (Col 2, 11-13).
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