miércoles, 1 de abril de 2015
412. ¿En que se fundamenta la igualdad entre los hombres?
(Compendio 412) Todos los hombres gozan de igual dignidad
y derechos fundamentales, en cuanto que, creados a imagen del único Dios y dotados
de una misma alma racional, tienen la misma naturaleza y origen, y están
llamados en Cristo, único Salvador, a la misma bienaventuranza divina.
Resumen
(C.I.C 1945) La igualdad entre
los hombres se vincula a la dignidad de la persona y a los derechos que de ésta
se derivan.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1934) Creados a imagen del Dios único y dotados de una
misma alma racional, todos los hombres poseen una misma naturaleza y un mismo
origen. Rescatados por el sacrificio de Cristo, todos son llamados a participar
en la misma bienaventuranza divina: todos gozan por tanto de una misma
dignidad. (C.I.C 1935) La igualdad entre los
hombres se deriva esencialmente de su dignidad personal y de los derechos que
dimanan de ella: “Hay que superar y eliminar, como contraria al plan de Dios,
toda […] forma de discriminación en los derechos fundamentales de la persona,
ya sea social o cultural, por motivos de sexo, raza, color, condición social,
lengua o religión” (Gaudium et spes,
29).
Para la reflexión
(C.I.C 257)
O lux beata Trinitas et principalis
Unitas! ("¡Oh Trinidad, luz bienaventurada y unidad esencial!") (Himno de las segundas Vísperas del Domingo,
Semanas 2 y 4: Liturgia de las Horas).
Dios es eterna beatitud, vida inmortal, luz sin ocaso. Dios es amor: Padre,
Hijo y Espíritu Santo. Dios quiere comunicar libremente la gloria de su vida
bienaventurada. Tal es el "designio benevolente" (Ef 1,9) que
concibió antes de la creación del mundo en su Hijo amado, "predestinándonos
a la adopción filial en Él" (Ef 1,4-5), es decir, "a reproducir la
imagen de su Hijo" (Rom 8,29) gracias al "Espíritu de adopción
filial" (Rom 8,15). Este designio es una "gracia dada antes de todos
los siglos" (2Tm 1,9-10), nacido inmediatamente del amor trinitario. Se
despliega en la obra de la creación, en toda la historia de la salvación
después de la caída, en las misiones del Hijo y del Espíritu, cuya prolongación
es la misión de la Iglesia (cf. Ad gentes,
2-9). (C.I.C 357) Por haber sido hecho a
imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona; no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse,
de poseerse y de darse libremente y entrar en comunión con otras personas; y es
llamado, por la gracia, a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta
de fe y de amor que ningún otro ser puede dar en su lugar. (C.I.C 358) Dios creó todo para el hombre (cf. Gaudium et spes, 12; 24; 39), pero el
hombre fue creado para servir y amar a Dios y para ofrecerle toda la creación: “¿Cuál
es, pues, el ser que va a venir a la existencia rodeado de semejante
consideración? Es el hombre, grande y admirable figura viviente, más precioso a
los ojos de Dios que la creación entera; es el hombre, para él existen el cielo
y la tierra y el mar y la totalidad de la creación, y Dios ha dado tanta
importancia a su salvación que no ha perdonado a su Hijo único por él. Porque
Dios no ha cesado de hacer todo lo posible para que el hombre subiera hasta Él
y se sentara a su derecha (san Juan Crisóstomo, Sermones in Genesim, 2,1: PG
54, 587-588).
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