miércoles, 22 de abril de 2015
425. ¿Qué relación hay entre la gracia y la libertad del hombre?
(Compendio 425) La gracia previene, prepara y suscita la
libre respuesta del hombre; responde a las profundas aspiraciones de la
libertad humana, la invita a cooperar y la conduce a su perfección.
Resumen
(C.I.C 2022) La iniciativa divina en la obra de la gracia
previene, prepara y suscita la respuesta libre del hombre. La gracia responde a
las aspiraciones profundas de la libertad humana; y la llama a cooperar con
ella, y la perfecciona.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 2001) La preparación
del hombre para acoger la gracia es ya una obra de la gracia. Esta es
necesaria para suscitar y sostener nuestra colaboración a la justificación
mediante la fe y a la santificación mediante la caridad. Dios completa en
nosotros lo que Él mismo comenzó, ‘porque él,
por su acción, comienza haciendo que nosotros queramos; y termina cooperando
con nuestra voluntad ya convertida’ (San Agustín, De gratia et libero arbitrio, 17, 33: PL 44, 901): “Ciertamente
nosotros trabajamos también, pero no hacemos más que trabajar con Dios que
trabaja. Porque su misericordia se nos adelantó para que fuésemos curados; nos
sigue todavía para que, una vez sanados, seamos vivificados; se nos adelanta
para que seamos llamados, nos sigue para que seamos glorificados; se nos
adelanta para que vivamos según la piedad, nos sigue para que vivamos por
siempre con Dios, pues sin él no podemos hacer nada” (San Agustín, De natura et gratia, 31, 35: PL 44, 264).
Para la reflexión
(C.I.C 2002) La libre iniciativa de Dios exige la respuesta libre del hombre, porque Dios
creó al hombre a su imagen concediéndole, con la libertad, el poder de
conocerle y amarle. El alma sólo libremente entra en la comunión del amor. Dios
toca inmediatamente y mueve directamente el corazón del hombre. Puso en el
hombre una aspiración a la verdad y al bien que sólo Él
puede colmar. Las promesas de la ‘vida eterna’ responden, por encima de toda
esperanza, a esta aspiración: “Si tú descansaste el día séptimo, al término de
todas tus obras muy buenas, fue para decirnos por la voz de tu libro que al
término de nuestras obras, ‘que son muy buenas’ por el hecho de que eres tú
quien nos las ha dado, también nosotros en el sábado de la vida eterna
descansaremos en ti”. (San Agustín, Confessiones,
13, 36, 51: PL 32, 868).
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario