sábado, 25 de abril de 2015
428. ¿Estamos todos llamados a la santidad cristiana? (Primera parte)
(Compendio 428) Todos los fieles estamos llamados a la
santidad cristiana. Ésta es plenitud de la vida cristiana y perfección de la
caridad, y se realiza en la unión íntima con Cristo y, en Él, con la Santísima
Trinidad. El camino de santificación del cristiano, que pasa por la cruz,
tendrá su cumplimiento en la resurrección final de los justos, cuando Dios sea
todo en todos.
Resumen
(C.I.C 2028) ‘Todos los fieles [...] son llamados a la
plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad’ (Lumen gentium, 40). ‘La perfección
cristiana sólo tiene un límite: el de no tener límite’ (San Gregorio de Nisa, De vita Moysis, 1, 5:PG 44, 300). (C.I.C
2029) ‘Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y
sígame’ (Mt 16, 24).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 2012) “Sabemos que en todas las cosas interviene Dios
para bien de los que le aman [...] a los que de antemano conoció, también los
predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera él el primogénito
entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a ésos también los llamó; y a
los que llamó, a ésos también los justificó; a los que justificó, a ésos también
los glorificó” (Rm 8, 28-30).
Para la reflexión
(C.I.C 2013) ‘Todos los fieles, de cualquier estado o
régimen de vida, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la
perfección de la caridad’ (Lumen gentium,
40). Todos son llamados a la santidad: ‘Sed perfectos como vuestro Padre
celestial es perfecto’ (Mt 5, 48): “Para alcanzar esta perfección, los
creyentes han de emplear sus fuerzas, según la medida del don de Cristo […]
para entregarse totalmente a la gloria de Dios y al servicio del prójimo. Lo
harán siguiendo las huellas de Cristo, haciéndose conformes a su imagen, y
siendo obedientes en todo a la voluntad del Padre. De esta manera, la santidad
del Pueblo de Dios producirá frutos abundantes, como lo muestra claramente en
la historia de la Iglesia la vida de los santos” (Lumen gentium, 40). (Continua)
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