domingo, 12 de abril de 2015
420. ¿En qué consiste la nueva Ley o Ley evangélica? (Primera parte)
(Compendio 420) La nueva Ley o Ley evangélica, proclamada
y realizada por Cristo, es la plenitud y el cumplimiento de la ley divina,
natural y revelada. Se resume en el mandamiento de amar a Dios y al prójimo, y
de amarnos como Cristo nos ha amado. Es también una realidad grabada en el
interior del hombre: la gracia del Espíritu Santo, que hace posible tal amor.
Es «la ley de la libertad» (St 1, 25), porque lleva a actuar espontáneamente
bajo el impulso de la caridad. «La Ley nueva es principalmente la misma
gracia del Espíritu Santo que se da a los que creen en Cristo» (Santo Tomás
de Aquino).
Resumen
(C.I.C 1985) La Ley nueva es ley de amor, ley de gracia, ley
de libertad. (C.I.C 1983) La Ley nueva es la gracia del Espíritu Santo recibida
mediante la fe en Cristo, que opera por la caridad. Se expresa especialmente en
el Sermón del Señor en la montaña y se sirve de los sacramentos para
comunicarnos la gracia.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1965) La Ley nueva o Ley evangélica es la perfección
aquí abajo de la ley divina, natural y revelada. Es obra de Cristo y se expresa
particularmente en el Sermón de la Montaña. Es también obra del Espíritu Santo,
y por él viene a ser la ley interior de la caridad: ‘Concertaré con la casa de
Israel una alianza nueva [...] pondré mis leyes en su mente, en sus corazones
las grabaré; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo’ (Hb 8, 8-10; Cf. Jr 31,
31-34). (C.I.C 1966) La Ley nueva es la gracia
del Espíritu Santo dada a los fieles mediante la fe en Cristo. Actúa por la
caridad, utiliza el Sermón del Señor para enseñarnos lo que hay que hacer, y
los sacramentos para comunicarnos la gracia de realizarlo: “El que quiera
meditar con piedad y perspicacia el Sermón que nuestro Señor pronunció en la
montaña, según lo leemos en el Evangelio de san Mateo, encontrará en él sin
duda alguna la carta perfecta de la vida cristiana [...] He dicho esto para
dejar claro que este sermón es perfecto porque contiene todos los preceptos
propios para guiar la vida cristiana. [San Agustín, De sermone Domini in monte, 1, 1, 1: PL 34, 1229-1231).
Para la reflexión
(C.I.C 1957) La aplicación de la ley natural varía mucho;
puede exigir una reflexión adaptada a la multiplicidad de las condiciones de
vida según los lugares, las épocas y las circunstancias. Sin embargo, en la
diversidad de culturas, la ley natural permanece como una norma que une entre
sí a los hombres y les impone, por encima de las diferencias inevitables,
principios comunes. (C.I.C 1958) La ley natural es inmutable (cf. Gaudium et spes, 10) y permanente a través de las variaciones de la
historia; subsiste bajo el flujo de ideas y costumbres y sostiene su progreso.
Las normas que la expresan permanecen substancialmente valederas. Incluso
cuando se llega a renegar de sus principios, no se la puede destruir ni
arrancar del corazón del hombre. Resurge siempre en la vida de individuos y
sociedades: “El robo está ciertamente sancionado por tu ley, Señor, y por la
ley que está escrita en el corazón del hombre, y que la misma iniquidad no
puede borrar.(San Agustín, Confessiones,
2, 4, 9: PL 32, 678). (Continua)
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