sábado, 11 de abril de 2015
419. ¿Cómo se sitúa la Ley antigua en el plano de la salvación?
(Compendio 419) La Ley antigua permite conocer muchas
verdades accesibles a la razón, señala lo que se debe o no se debe hacer, y
sobre todo, como un sabio pedagogo, prepara y dispone a la conversión y a la
acogida del Evangelio. Sin embargo, aun siendo santa, espiritual y buena, la
Ley antigua es todavía imperfecta, porque no da por sí misma la fuerza y la
gracia del Espíritu para observarla.
Resumen
(C.I.C 1982) La Ley antigua es una preparación al Evangelio.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1963) Según la tradición cristiana, la Ley santa (cf.
Rm 7, 12) espiritual (cf. Rm 7, 14) y buena (cf. Rm 7, 16) es todavía
imperfecta. Como un pedagogo (cf. Ga 3, 24) muestra lo que es preciso hacer,
pero no da de suyo la fuerza, la gracia del Espíritu para cumplirlo. A causa
del pecado, que ella no puede quitar, no deja de ser una ley de servidumbre.
Según san Pablo tiene por función principal denunciar y manifestar el pecado, que forma una ‘ley de concupiscencia’ (cf. Rm
7) en el corazón del hombre. No obstante, la Ley constituye la primera etapa en
el camino del Reino. Prepara y dispone al pueblo elegido y a cada cristiano a
la conversión y a la fe en el Dios Salvador. Proporciona una enseñanza que
subsiste para siempre, como la Palabra de Dios. (C.I.C 2542) “La Ley confiada a
Israel nunca fue suficiente para justificar a los que le estaban sometidos;
incluso vino a ser instrumento de la ‘concupiscencia’ (cf. Rm 7, 7). La
inadecuación entre el querer y el hacer (cf. Rm 7,10) manifiesta el conflicto
entre la ‘ley de Dios’, que es la ‘ley de la razón’, y la otra ley que ‘me
esclaviza a la ley del pecado que está en mis miembros’ (Rm 7, 23).
Para la reflexión
(C.I.C 1964) La Ley antigua es una preparación para el Evangelio. ‘La ley es profecía y pedagogía de
las realidades venideras’ (San Ireneo de Lyon Adversus haereses, 4, 15, 1: PG 7, 1012). Profetiza y presagia la
obra de liberación del pecado que se realizará con Cristo; suministra al Nuevo
Testamento las imágenes, los ‘tipos’, los símbolos para expresar la vida según
el Espíritu. La Ley se completa mediante la enseñanza de los libros
sapienciales y de los profetas, que la orientan hacia la Nueva Alianza y el
Reino de los cielos. “Hubo [...], bajo el régimen de la antigua Alianza, gentes
que poseían la caridad y la gracia del Espíritu Santo y aspiraban ante todo a
las promesas espirituales y eternas, en lo cual se adherían a la ley nueva. Y
al contrario, existen, en la nueva alianza, hombres carnales, alejados todavía
de la perfección de la ley nueva: para incitarlos a las obras virtuosas, el
temor del castigo y ciertas promesas temporales han sido necesarias, incluso
bajo la nueva Alianza. En todo caso, aunque la ley antigua prescribía la
caridad, no daba el Espíritu Santo, por el cual «la caridad es difundida en
nuestros corazones» (Rm 5,5.). (Santo Tomás de Aquino,
Summa theologiae, 1-2, 107, 1 ad 2).
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