domingo, 19 de abril de 2015
423. ¿Qué es la gracia que justifica?
(Compendio 423) La gracia es un don gratuito de Dios, por
el que nos hace partícipes de su vida trinitaria y capaces de obrar por amor a
Él. Se le llama gracia habitual, santificante o deificante, porque nos
santifica y nos diviniza. Es sobrenatural, porque depende enteramente de la
iniciativa gratuita de Dios y supera la capacidad de la inteligencia y de las
fuerzas del hombre. Escapa, por tanto, a nuestra experiencia.
Resumen
(C.I.C 2021) La gracia es el auxilio que Dios nos da para
responder a nuestra vocación de llegar a ser sus hijos adoptivos. Nos introduce
en la intimidad de la vida trinitaria.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1996) Nuestra justificación es obra de la gracia de
Dios. La gracia es el favor, el auxilio gratuito que Dios nos da para
responder a su llamada: llegar a ser hijos de Dios (Cf. Jn 1, 12-18), hijos
adoptivos (Cf. Rm 8, 14-17), partícipes de la naturaleza divina (Cf. 2P 1,
3-4), de la vida eterna (Cf. Jn 17, 3). (C.I.C 1997) La gracia es una participación en la vida de Dios. Nos
introduce en la intimidad de la vida trinitaria: por el Bautismo el cristiano
participa de la gracia de Cristo, Cabeza de su Cuerpo. Como ‘hijo adoptivo’
puede ahora llamar ‘Padre’ a Dios, en unión con el Hijo único. Recibe la vida
del Espíritu que le infunde la caridad y que forma la Iglesia. (C.I.C 1998)
Esta vocación a la vida eterna es sobrenatural.
Depende enteramente de la iniciativa gratuita de Dios, porque sólo Él puede revelarse y darse a sí mismo. Sobrepasa las
capacidades de la inteligencia y las fuerzas de la voluntad humana, como las de
toda creatura (Cf. 1Co 2, 7-9).
Para la reflexión
(C.I.C 2005) La gracia, siendo de orden sobrenatural, escapa a nuestra experiencia y sólo
puede ser conocida por la fe. Por tanto, no podemos fundarnos en nuestros
sentimientos o nuestras obras para deducir de ellos que estamos justificados y
salvados (Concilio de Trento: DS 1533-1534).
Sin embargo, según las palabras del Señor: ‘Por sus frutos los conoceréis’ (Mt
7, 20), la consideración de los beneficios de Dios en nuestra vida y en la vida
de los santos nos ofrece una garantía de que la gracia está actuando en
nosotros y nos incita a una fe cada vez mayor y a una actitud de pobreza llena
de confianza: Una de las más bellas ilustraciones de esta actitud se encuentra
en la respuesta de santa Juana de Arco a una pregunta capciosa de sus jueces
eclesiásticos: ‘Interrogada si sabía que estaba en gracia de Dios, responde:
«si no lo estoy, que Dios me quiera poner en ella; si estoy, que Dios me quiera
conservar en ella»’ (Santa Juana de Arco, Dictum:
Procès de condamnation).
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