jueves, 16 de abril de 2015
422. ¿Qué es la justificación? (Primera parte)
(Compendio 422) La justificación es la obra más excelente
del amor de Dios. Es la acción misericordiosa y gratuita de Dios, que borra
nuestros pecados, y nos hace justos y santos en todo nuestro ser. Somos
justificados por medio de la gracia del Espíritu Santo, que la Pasión de Cristo
nos ha merecido y se nos ha dado en el Bautismo. Con la justificación comienza
la libre respuesta del hombre, esto es, la fe en Cristo y la colaboración con
la gracia del Espíritu Santo.
Resumen
(C.I.C 2017) La gracia del Espíritu Santo nos confiere la
justicia de Dios. El Espíritu, uniéndonos por medio de la fe y el Bautismo a la
Pasión y a la Resurrección de Cristo, nos hace participar en su vida.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1987) La gracia del Espíritu Santo tiene el poder de
santificarnos, es decir, de lavarnos de nuestros pecados y comunicarnos la
justicia de Dios por la fe en Jesucristo (Rm 3, 22) y por el Bautismo (cf. Rm
6, 3-4): “Y si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él,
sabiendo que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más,
y que la muerte no tiene ya señorío sobre él. Su muerte fue un morir al pecado,
de una vez para siempre; mas su vida, es un vivir para Dios. Así también
vosotros, consideraos como muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús”
(Rm 6, 8-11). (C.I.C 1988) Por el poder del Espíritu Santo participamos en la
Pasión de Cristo, muriendo al pecado, y en su Resurrección, naciendo a una vida
nueva; somos miembros de su Cuerpo que es la Iglesia (cf. 1Co 12), sarmientos
unidos a la Vid que es Él mismo (cf. Jn 15,
1-4): “Por el Espíritu Santo participamos de Dios […] Por la participación del
Espíritu venimos a ser partícipes de la naturaleza divina [...] Por eso,
aquellos en quienes habita el Espíritu están divinizados” (San Atanasio de
Alejandría, Epistula ad Serapionem, 1,
24: PG 26, 585-588).
Para la reflexión
(C.I.C 1989) La primera obra de la gracia del Espíritu Santo
es la conversión, que obra la
justificación según el anuncio de Jesús al comienzo del Evangelio: ‘Convertíos
porque el Reino de los cielos está cerca’ (Mt 4, 17). Movido por la gracia, el
hombre se vuelve a Dios y se aparta del pecado, acogiendo así el perdón y la
justicia de lo alto. ‘La justificación no es solo remisión de los pecados, sino
también santificación y renovación del interior del hombre’(Concilio de Trento: DS 1528). (Continua)
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