sábado, 26 de abril de 2014
148. ¿Hay otros nombres e imágenes con los que la Biblia designe a la Iglesia?
(Compendio 148) En la Sagrada Escritura encontramos
muchas imágenes que ponen de relieve aspectos complementarios del misterio de
la Iglesia. El Antiguo Testamento prefiere imágenes ligadas al Pueblo de Dios;
el Nuevo Testamento aquellas vinculadas a Cristo como Cabeza de este pueblo,
que es su Cuerpo, y las imágenes sacadas de la vida pastoril (redil, grey,
ovejas), agrícola (campo, olivo, viña), de la construcción (morada, piedra,
templo) y familiar (esposa, madre, familia).
Resumen
(C.I.C 753) En la Sagrada Escritura encontramos multitud de
imágenes y de figuras relacionadas entre sí, mediante las cuales la revelación
habla del Misterio inagotable de la Iglesia. Las imágenes tomadas del Antiguo
Testamento constituyen variaciones de una idea de fondo, la del "Pueblo de
Dios". En el Nuevo Testamento (cf. Ef 1, 22; Col 1, 18), todas estas
imágenes adquieren un nuevo centro por el hecho de que Cristo viene a ser
"la Cabeza" de este Pueblo (cf. Lumen
gentium, 9) el cual es desde entonces
su Cuerpo. En torno a este centro se agrupan imágenes "tomadas de la vida
de los pastores, de la agricultura, de la construcción, incluso de la familia y
del matrimonio" (Lumen gentium, 6).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 754) "La Iglesia, en efecto, es el redil cuya puerta única y necesaria es
Cristo (Jn 10, 1-10). Es también el rebaño cuy pastor será el mismo Dios, como
él mismo anunció (cf. Is 40, 11; Ez 34, 11-31). Aunque son pastores humanos
quien es gobiernan a las ovejas, sin embargo es Cristo mismo el que sin cesar
las guía y alimenta; Él, el Buen Pastor y
Cabeza de los pastores (cf. Jn 10, 11; 1P 5, 4), que dio su vida por las ovejas
(cf. Jn 10, 11-15; Lumen gentium, 6)".
(C.I.C 756) "También muchas veces a la Iglesia se la llama construcción de Dios (1Co 3, 9). El
Señor mismo se comparó a la piedra que desecharon los constructores, pero que
se convirtió en la piedra angular (Mt 21, 42 y paralelos; cf. Hch 4, 11; 1P 2,
7; Sal 118, 22). Los Apóstoles construyen la Iglesia sobre ese fundamento (cf.
1Co 3, 11), que le da solidez y cohesión. Esta construcción recibe diversos
nombres: casa de Dios: casa de Dios (1Tim 3, 15) en la que habita su familia,
habitación de Dios en el Espíritu (Ef 2, 19-22), tienda de Dios con los hombres
(Ap 21, 3), y sobre todo, templo
santo. Representado en los templos de piedra, los Padres cantan sus alabanzas,
y la liturgia, con razón, lo compara a la ciudad santa, a la nueva Jerusalén.
En ella, en efecto, nosotros como piedras vivas entramos en su construcción en
este mundo (cf. 1P 2, 5). San Juan ve en el mundo renovado bajar del cielo, de
junto a Dios, esta ciudad santa arreglada como una esposa embellecida para su
esposo” (Lumen gentium, 6).
Para la reflexión
(C.I.C 755) "La Iglesia es labranza o campo de Dios (1Co 3, 9). En este campo crece el antiguo
olivo cuya raíz santa fueron los patriarcas y en el que tuvo y tendrá lugar la
reconciliación de los judíos y de los gentiles (Rm 11, 13-26). El labrador del
cielo la plantó como viña selecta (Mt 21, 33-43 y paralelos; cf. Is 5, 1-7). La
verdadera vid es Cristo, que da vida y fecundidad a a los sarmientos, es decir,
a nosotros, que permanecemos en él por medio de la Iglesia y que sin él no
podemos hacer nada” (Jn 15, 1-5; Lumen
gentium, 6). (C.I.C 757) "La Iglesia que es llamada también "la
Jerusalén de arriba" y "madre nuestra" (Ga 4, 26; cf. Ap 12,
17), y se la describe como la esposa inmaculada del Cordero inmaculado (Ap 19,
7; 21, 2. 9; 22, 17). Cristo ‘la amó y se entregó por ella para santificarla’
(Ef 5, 25-26); se unió a ella en alianza indisoluble, ‘la alimenta y la cuida’
(Ef 5, 29) sin cesar" (Lumen
gentium, 6).
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