martes, 22 de abril de 2014
144. ¿Qué sucedió el día de Pentecostés?
Resumen
(C.I.C 731) El día de Pentecostés (al término de las siete
semanas pascuales), la Pascua de Cristo se consuma con la efusión del Espíritu
Santo que se manifiesta, da y comunica como Persona divina: desde su plenitud,
Cristo, el Señor (cf. Hch 2, 36), derrama profusamente el Espíritu.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 738) Así, la misión de la Iglesia no se añade a la de
Cristo y del Espíritu Santo, sino que es su sacramento: con todo su ser y en
todos sus miembros ha sido enviada para anunciar y dar testimonio, para
actualizar y extender el Misterio de la Comunión de la Santísima Trinidad (esto
será el objeto del próximo artículo): “Todos nosotros que hemos recibido el
mismo y único espíritu, a saber, el Espíritu Santo, nos hemos fundido entre
nosotros y con Dios ya que por mucho que nosotros seamos numerosos
separadamente y que Cristo haga que el Espíritu del Padre y suyo habite en cada
uno de nosotros, este Espíritu único e indivisible lleva por sí mismo a la
unidad a aquellos que son distintos entre sí [...] y hace que todos aparezcan
como una sola cosa en él. Y de la misma manera que el poder de la santa
humanidad de Cristo hace que todos aquellos en los que ella se encuentra formen
un solo cuerpo, pienso que también de la misma manera el Espíritu de Dios que
habita en todos, único e indivisible, los lleva a todos a la unidad espiritual”
(San Cirilo de Alejandría, Commentarius
in Johannem 11, 11: PG 74, 561).
Para la reflexión
(C.I.C 732) En este día se revela plenamente la Santísima
Trinidad. Desde ese día el Reino anunciado por Cristo está abierto a todos los
que creen en El: en la humildad de la carne y en la fe, participan ya en la
Comunión de la Santísima Trinidad. Con su venida, que no cesa, el Espíritu
Santo hace entrar al mundo en los "últimos tiempos", el tiempo de la
Iglesia, el Reino ya heredado, pero todavía no consumado: “Hemos visto la
verdadera Luz, hemos recibido el Espíritu celestial, hemos encontrado la
verdadera fe: adoramos la Trinidad indivisible porque ella nos ha salvado” (Oficio Bizantino de las Horas. Oficio
Vespertino del día de Pentecostés, Tropario 4: “Pentekostárion”).
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