domingo, 27 de abril de 2014
149. ¿Cuál es el origen y la consumación de la Iglesia? (Primera parte)
(Compendio 149) La Iglesia tiene su origen y realización
en el designio eterno de Dios. Fue preparada en la Antigua Alianza con la
elección de Israel, signo de la reunión futura de todas las naciones. Fundada
por las palabras y las acciones de Jesucristo, fue realizada, sobre todo,
mediante su muerte redentora y su Resurrección. Más tarde, se manifestó como
misterio de salvación mediante la efusión del Espíritu Santo en Pentecostés. Al
final de los tiempos, alcanzará su consumación como asamblea celestial de todos
los redimidos.
Resumen
(C.I.C 778) La Iglesia es a la vez camino y término del
designio de Dios: prefigurada en la creación, preparada en la Antigua Alianza,
fundada por las palabras y las obras de Jesucristo, realizada por su Cruz
redentora y su Resurrección, se manifiesta como misterio de salvación por la
efusión del Espíritu Santo. Quedará consumada en la gloria del cielo como
asamblea de todos los redimidos de la tierra (cf. Ap 14,4).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 758) Para penetrar en el Misterio de la Iglesia,
conviene primeramente contemplar su origen dentro del designio de la Santísima
Trinidad y su realización progresiva en la historia. (C.I.C 759) "El Padre
eterno creó el mundo por una decisión totalmente libre y misteriosa de su
sabiduría y bondad. Decidió elevar a los hombres a la participación de la vida
divina" a la cual llama a todos los hombres en su Hijo: "Dispuso
convocar a los creyentes en Cristo en la santa Iglesia". Esta
"familia de Dios" se constituye y se realiza gradualmente a lo largo
de las etapas de la historia humana, según las disposiciones del Padre: en
efecto, la Iglesia ha sido "prefigurada ya desde el origen del mundo y preparada
maravillosamente en la historia del pueblo de Israel y en la Antigua Alianza;
se constituyó en los últimos tiempos, se manifestó por la efusión del Espíritu
y llegará gloriosamente a su plenitud al final de los siglos" (Lumen gentium, 2). (C.I.C 760) "El
mundo fue creado en orden a la Iglesia" decían los cristianos de los
primeros tiempos (Hermas, Pastor 8, 1
(Visio 2, 4,1; cf. Arístides, Apologia 16, 6; San Justino, Apologia 2, 7: PG 6, 456). Dios creó el
mundo en orden a la comunión en su vida divina, comunión que se realiza
mediante la "convocación" de los hombres en Cristo, y esta
"convocación" es la Iglesia. La Iglesia es la finalidad de todas las
cosas (cf. San Epifanio, Panarion 1,1,5,
Haereses 2, 4: PG 41, 181), e incluso
las vicisitudes dolorosas como la caída de los ángeles y el pecado del hombre,
no fueron permitidas por Dios más que como ocasión y medio de desplegar toda la
fuerza de su brazo, toda la medida del amor que quería dar al mundo: “Así como
la voluntad de Dios es un acto y se llama mundo, así su intención es la
salvación de los hombres y se llama Iglesia” (Clemente Alejandrino, Paedagogus. 1, 6, 27, 2: PG 41, 181).
Para la reflexión
(C.I.C 761) La reunión del pueblo de Dios comienza en el
instante en que el pecado destruye la comunión de los hombres con Dios y la de
los hombres entre sí. La reunión de la Iglesia es por así decirlo la reacción
de Dios al caos provocado por el pecado. Esta reunificación se realiza
secretamente en el seno de todos los pueblos: "En cualquier nación el que
le teme [a Dios] y practica la justicia le es grato" (Hch 10, 35; cf 9; 13; 16).
(Continua)
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