martes, 15 de abril de 2014
140. ¿Qué significa que el Espíritu «habló por los Profetas»? (Segunda parte - continuación)
(Compendio 140 repetición) Con el
término «Profetas» se entiende a cuantos fueron inspirados por el Espíritu
Santo para hablar en nombre de Dios. La obra reveladora del Espíritu en las
profecías del Antiguo Testamento halla su cumplimiento en la revelación plena
del misterio de Cristo en el Nuevo Testamento.
Resumen
(C.I.C 742) "La prueba de que sois hijos es que Dios ha
enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: Abbá,
Padre" (Ga 4, 6).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 702) Desde el comienzo y hasta "la plenitud de
los tiempos" (Ga 4, 4), la Misión conjunta del Verbo y del Espíritu del
Padre permanece oculta pero activa. El Espíritu de Dios preparaba entonces el
tiempo del Mesías, y ambos, sin estar todavía plenamente revelados, ya han sido
prometidos a fin de ser esperados y aceptados cuando se manifiesten. Por eso,
cuando la Iglesia lee el Antiguo Testamento (cf. 2Co 3, 14), investiga en él
(cf. Jn 5, 39. 46) lo que el Espíritu, "que habló por los profetas",
quiere decirnos acerca de Cristo. Por "profetas", la fe de la Iglesia
entiende aquí a todos los que el Espíritu Santo ha inspirado en la redacción de
los Libros Santos, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. La tradición
judía distingue la Ley [los cinco primeros libros o Pentateuco], los Profetas
[que nosotros llamamos los libros históricos y proféticos] y los Escritos
[sobre todo sapienciales, en particular los Salmos] (cf. Lc 24, 44).
Para la reflexión
(C.I.C 703) La Palabra de Dios y su Soplo están en el origen
del ser y de la vida de toda creatura (cf. Sal 33, 6; 104, 30; Gn 1, 2; 2, 7;
Qo 3, 20-21; Ez 37, 10): “Es justo que el Espíritu Santo reine, santifique y
anime la creación porque es Dios consubstancial al Padre y al Hijo [...] A Él se le da el poder sobre la vida, porque siendo
Dios guarda la creación en el Padre por el Hijo” (Oficio Bizantino de la Horas. Maitines del domingos según el modo
segundo, Antifonas 1 y 2 (“Parakletikés”). (Continua)
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