domingo, 20 de abril de 2014
143. ¿Qué relación existe entre el Espíritu y Jesucristo, en su misión en la tierra? (Primera parte)
(Compendio 143) Desde el primer instante de la
Encarnación, el Hijo de Dios, por la unción del Espíritu Santo, es consagrado
Mesías en su humanidad. Jesucristo revela al Espíritu con su enseñanza,
cumpliendo la promesa hecha a los Padres, y lo comunica a la Iglesia naciente,
exhalando su aliento sobre los Apóstoles después de su Resurrección.
Resumen
(C.I.C 745) El Hijo de Dios es consagrado Cristo (Mesías)
mediante la Unción del Espíritu Santo en su Encarnación (cf. Sal 2, 6-7).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 727) Toda la Misión del Hijo y del Espíritu Santo en
la plenitud de los tiempos se resume en que el Hijo es el Ungido del Padre
desde su Encarnación: Jesús es Cristo, el Mesías. Todo el segundo capítulo del
Símbolo de la fe hay que leerlo a la luz de esto. Toda la obra de Cristo es
misión conjunta del Hijo y del Espíritu Santo. Aquí se mencionará solamente lo
que se refiere a la promesa del Espíritu Santo hecha por Jesús y su don
realizado por el Señor glorificado.
Para la reflexión
(C.I.C 728) Jesús no revela plenamente el Espíritu Santo
hasta que él mismo no ha sido glorificado por su Muerte y su Resurrección. Sin
embargo, lo sugiere poco a poco, incluso en su enseñanza a la muchedumbre,
cuando revela que su Carne será alimento para la vida del mundo (cf. Jn 6, 27.
51.62-63). Lo sugiere también a Nicodemo (cf. Jn 3, 5-8), a la Samaritana (cf.
Jn 4, 10. 14. 23-24) y a los que participan en la fiesta de los Tabernáculos
(cf. Jn 7, 37-39). A sus discípulos les habla de él abiertamente a propósito de
la oración (cf. Lc 11, 13) y del testimonio que tendrán que dar (cf. Mt 10,
19-20). (Continua)
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