sábado, 5 de abril de 2014
134. ¿Cómo se realizará la venida del Señor en la gloria?
(Compendio 134) Después del último estremecimiento cósmico
de este mundo que pasa, la venida gloriosa de Cristo acontecerá con el triunfo
definitivo de Dios en la Parusía y con el Juicio final. Así se consumará el
Reino de Dios.
Resumen
(C.I.C 680) Cristo, el Señor, reina ya por la Iglesia, pero
todavía no le están sometidas todas las cosas de este mundo. El triunfo del
Reino de Cristo no tendrá lugar sin un último asalto de las fuerzas del
mal.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 675) Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia
deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes
(cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre
la tierra (cf. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelará el "Misterio de
iniquidad" bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a
los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la
apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es
decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo
colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cf. 2Te 2,
4-12; 1Te 5, 2-3; 2 Jn 7; 1Jn 2, 18.22). (C.I.C 676) Esta impostura del
Anticristo aparece esbozada ya en el mundo cada vez que se pretende llevar a
cabo la esperanza mesiánica en la historia, lo cual no puede alcanzarse sino
más allá del tiempo histórico a través del juicio escatológico: incluso en su
forma mitigada, la Iglesia ha rechazado esta falsificación del Reino futuro con
el nombre de milenarismo (cf. Decreto sobre
el milenarismo (19 julio 1944): DS 3839), sobre todo bajo la forma política
de un mesianismo secularizado, "intrínsecamente perverso" (cf. Pío
XI, "Divini Redemptoris"
(19 marzo 1937) condenando “los errores presentados bajo un falso sentido mistico” “de esta especie de falseada
redención de los más humildes" p. 69;
Gaudium et spes, 20-21).
Para la reflexión
(C.I.C 677) La Iglesia sólo entrará en la gloria del Reino a
través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su
Resurrección (cf. Ap 19, 1-9). El Reino no se realizará, por tanto, mediante un
triunfo histórico de la Iglesia (cf. Ap 13, 8) en forma de un proceso
creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del
mal (cf. Ap 20, 7-10) que hará descender desde el cielo a su Esposa (cf. Ap 21,
2-4). El triunfo de Dios sobre la rebelión del mal tomará la forma de Juicio
final (cf. Ap 20, 12) después de la última sacudida cósmica de este mundo que
pasa (cf. 2P 3, 12-13).
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