martes, 8 de abril de 2014

137. ¿Por qué la misión del Hijo y la del Espíritu son inseparables?



137. ¿Por qué la misión del Hijo y la del Espíritu son inseparables?      


(Compendio 137) La misión del Hijo y la del Espíritu son inseparables porque en la Trinidad indivisible, el Hijo y el Espíritu son distintos, pero inseparables. En efecto, desde el principio hasta el fin de los tiempos, cuando Dios envía a su Hijo, envía también su Espíritu, que nos une a Cristo en la fe, a fin de que podamos, como hijos adoptivos, llamar a Dios «Padre» (Rm 8, 15). El Espíritu es invisible, pero lo conocemos por medio de su acción, cuando nos revela el Verbo y cuando obra en la Iglesia.

Resumen

(C.I.C 742) "La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: Abbá, Padre" (Ga 4, 6).     

Profundizar y modos de explicaciones

(C.I.C 687) "Nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios" (1Co 2, 11). Pues bien, su Espíritu que lo revela nos hace conocer a Cristo, su Verbo, su Palabra viva, pero no se revela a sí mismo. Él que "habló por los profetas" (Símbolo Niceno-Constantinopolitano: DS 150) nos hace oír la Palabra del Padre. Pero a él no le oímos. No le conocemos sino en la obra mediante la cual nos revela al Verbo y nos dispone a recibir al Verbo en la fe. El Espíritu de verdad que nos "desvela" a Cristo "no habla de sí mismo" (Símbolo Niceno-Constantinopolitano: DS 150). Un ocultamiento tan discreto, propiamente divino, explica por qué "el mundo no puede recibirle, porque no le ve ni le conoce", mientras que los que creen en Cristo le conocen porque él mora en ellos (Jn 14, 17; 16, 13)).        

Para la reflexión

(C.I.C 688) La Iglesia, Comunión viviente en la fe de los apóstoles que ella transmite, es el lugar de nuestro conocimiento del Espíritu Santo: – en las Escrituras que Él ha inspirado: – en la Tradición, de la cual los Padres de la Iglesia son testigos siempre actuales; – en el Magisterio de la Iglesia, al que Él asiste; – en la liturgia sacramental, a través de sus palabras y sus símbolos, en donde el Espíritu Santo nos pone en Comunión con Cristo; – en la oración en la cual Él intercede por nosotros; – en los carismas y ministerios mediante los que se edifica la Iglesia; – en los signos de vida apostólica y misionera; – en el testimonio de los santos, donde Él manifiesta su santidad y continúa la obra de la salvación
  
(Siguiente pregunta: ¿Cuáles son los apelativos del Espíritu Santo?)